Aunque en medio de críticas, la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP, ha venido esclareciendo durante los últimos años algunos de los episodios más oscuros del conflicto armado en el país, entre ellos los casos que corresponden a ejecuciones extrajudiciales, o “falsos positivos”.
Referente a estos crímenes y en el marco del subcaso Antioquia I, la JEP imputó este 30 de agosto al general en retiro Mario Montoya Uribe, quien fuera comandante de la Cuarta Brigada del Ejército; y a otros ocho exmilitares, quienes habrían estado involucrados en al menos 130 casos de “falsos positivos” ocurridos en el Oriente Antioqueño entre 2002 y 2003.
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Según datos de la JEP, 57 de los crímenes documentados se registraron en 2002 y 77 corresponden a 2003; todos ellos perpetrados, presuntamente, bajo presiones contra los miembros de las fuerzas militares, a quienes les exigían, mediante “un lenguaje violento que exaltaba el derramamiento de sangre”, obtener bajas en combate.
Al parecer, usando medios radiales y otros medios de propaganda, la comandancia de la Cuarta Brigada pedía que las unidades tácticas reportaran los resultados en términos de “litros”, “chorros”, “ríos”, “barriles” o “carrotanques” de sangre, imponiendo las muertes en combate como único indicador de éxito militar.
Precisamente, los testimonios de algunos militares han sido claves para comprender uno de los capítulos más atroces del conflicto armado en Colombia, en este caso asociado a los “falsos positivos” en el Oriente Antioqueño, que en su mayoría se cometieron en los municipios de San Carlos, San Rafael, Granada y Cocorná.
El soldado Delio Antonio Valencia Zea dijo en versión voluntaria el 12 de octubre de 2021 que “Cuando ya empezaron a existir las presiones de los comandantes hacia los soldados, ya se fue cambiando todo (…), empezamos a cometer errores. Para mí son errores (…) ¿por qué motivo?, porque si yo como soldado no paso detenido, yo todavía sigo creyendo que todo estaba bien”, reconoció.
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Por su parte, el subteniente Pilides José Torres Monterroza contó en noviembre de 2021 que “el general Montoya sí nos decía en los programas [de radio] que él no quería capturas, quería era muertos en combate, y que miráramos cómo íbamos a hacer”.
Según él, incluso en la entrada de uno de los batallones adscritos a la Cuarta Brigada había un cartel contador de las bajas que llevaban durante todo el año.
“Busque el dueño del otro fusil”
Al general (r) Mario Montoya Uribe, la JEP lo imputó a título de autor de crímenes de guerra y de lesa humanidad por mentir sobre el número de bajas y encubrir casos de extralimitación del uso de la fuerza.
Así lo vinculan testimonios como el del sargento Carlos Mauricio Roberto Mejía, quien aseguró que “la palabra de mi general Montoya era bajas, bajas, bajas y bajas”.
En febrero de 2019, el capitán Rubén Brian Blanco Bonilla había hecho una de las confesiones quizá más estremecedoras:
Tanto el comandante de la brigada [Cuarta Brigada] como el comandante de batallón, a ellos no les servían heridos ni capturados (…), era muertos en combate. (…) O por ejemplo un caso en que [reporta] ‘Mi coronel, tengo un muerto en combate y tengo dos fusiles’, y le contestan a usted: ‘Tiene un muerto en combate y tiene un fusil, busque el dueño del otro fusil’ (…) ¿Qué le están diciendo a usted? Busque, busque cómo va a solucionar ese problema usted, con ese fusil que le está sobrando, búsquele dueño
contó.
Como estos, la JEP escuchó asimismo otros testimonios que evidencian la manera en que se practicó la crueldad, como el del soldado profesional Ely de Jesús López Giraldo, quien lo narró así: “Muchas veces decían en el radio: ‘Mi coronel, lo que pasa es que tengo un herido’; entonces decían (…) ‘¿Que tienen un muerto?’ [Repetían:] ‘No, mi coronel, que tengo un herido’ [Y respondían:] ‘¿Que tienen un muerto?’ Lo que le querían decir era ‘¿qué esperan, qué esperan para matar?’”
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