El miedo

Taza y Texto, Cristian Aristizábal.

Por Cristian Aristizábal.

Esta vez, los pensamientos me condujeron a Elias Canetti, escritor búlgaro, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1981 y un referente por dedicarse a explorar temas como el miedo dentro de su obra. Un autor que con su escritura nos sumerge en un estado de reflexión donde los recuerdos son el principal insumo. Su autobiografía es tan transparente, limpia y sincera que no solo logra cobijar a quien lo lee, sino que también lo invita, a través del susurro, a autoevaluarse. Su escritura cobra voz cuando es acariciada por la mirada del lector. Sus anécdotas no son solo recuerdos, son experiencias llenas de profundidad donde hay tanta apertura y sinceridad, que una vez leída es imposible no sentirse cómplice de lo que dentro de ella aconteció.

Así, con la diafanidad con la que hace el recuento de sus vivencias y sentimientos, deja emerger asuntos que en muchas ocasiones obviamos, pues somos propensos a no detenernos en detalles mínimos porque hay una creencia inmersa en nuestra idiosincrasia, que ve lo grande, lo palpable, lo global como algo que está por encima de cualquier pieza observada en su soledad. Nos hemos acostumbrado a mirar la totalidad y no las partes; la pieza finalizada mas no el proceso de su elaboración; la conclusión de un análisis, pero no el camino que nos lleva a ella. Nos hemos acostumbrado a polarizar las cosas y a prestarle más atención a lo que parece bueno o a lo que encaja bajo adjetivos positivistas. De ahí que nos fijemos en lo que nos provoca euforia y no depresión. En lo que da risa y no tristeza. En lo que nos llena de valentía, pero no en lo que nos causa miedo. Un sentimiento que evitamos a toda costa y que nos cuesta incluso nombrarlo.

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Sobre este último sentimiento (el miedo) Montaigne (2019) nos dice:
Los que viven con el temor apremiante de perder su hacienda, de ser exiliados, de ser subyugados, viven en continua angustia, perdiendo la sed, el apetito y el reposo; mientras que los pobres, los desterrados, los siervos, viven a menudo tan felizmente como los demás. Y todas las gentes que por no poder soportar los aguijones del miedo, hanse ahorcado, ahogado y precipitado al vacío, nos han enseñado que es aún más importuno e insoportable que la muerte” (p. 117).

Con lo anterior, Montaigne nos brinda un panorama poco agradable para un sentimiento que es tan propio y natural en la vida del ser humano. Nos brinda una afirmación que nos acorrala y nos exhorta a omitir este sentimiento “negativo” por las consecuencias trágicas que trae consigo. No en vano menciona la muerte como un hoyo al que se puede caer si el miedo logra apoderarse de la vida.

De este modo, se ha plasmado el miedo como un sentir ajeno que está fuera de nosotros, porque siempre se quiere eludir y casi nunca se desea enfrentar. El miedo nos lo presentan como una fiera enorme que es imposible de vencer. Un fantasma que ronda por nuestras vidas de principio a fin. Nos lo hacen ver como un titán gigante que es contundente en su accionar y que no deja espacio para la mínima riña. La figura que se nos pinta del miedo es tan diciente, que nos asombramos al ver a alguien que reúne todas las agallas para enfrentarlo. Pero ojo, solo enfrentarlo. En nuestra jerga —misma que nos pinta el panorama monstruoso de este sentimiento— no existe la frase que encierre el verbo vencer. Se puede enfrentar el miedo, pero difícilmente vencerlo.

Por ello se nos hace tan difícil entenderlo para luego arroparlo y hacerlo propio. Preferimos que se diluya, evitamos mencionarlo, huimos de las situaciones que nos obligan a enfrentarlo, nos escabullimos ante la posibilidad de mirarlo a la cara y preferimos ignorarlo. Pero ¿quién no ha vivido en carne propia este sentimiento? ¿Quién ha logrado ser tan sobrehumano para lograr evitarlo?

Resulta claro que este sentimiento es tan fuerte y escurridizo, que podría escapar a una definición simple y concisa. Incluso, es tan temeroso enfrentarse a esa palabra, que tratar de escribir sobre lo que produce y sobre las fibras que revuelve podría resultar inconcluso. Sin embargo, para recalcar y hacer emerger este sentimiento con todas sus aristas, Canetti, con su escritura locuaz y con la sensibilidad con la que analiza la vida, logra esclarecer la oscuridad en la que nos hemos dispuesto a colocar este sentimiento. Nos lo dibuja cerquita. Lo pone a tan poca distancia, que el miedo termina por convertirse en uno de los protagonistas de su historia. Elias lo hace tan cercano y familiar, que nos regala la posibilidad de hablarle al oído y a su vez, sentirlo nuestro.

Canetti (2003) nos cuenta que “El miedo prolifera más que nada, [pero] no nos hacemos una idea de lo poco que seríamos sin el miedo” (p. 74), y con ello, nos recalca que eso a lo que le huimos, ignoramos u omitimos es algo real, y como tal, merece la pena ser aprisionado en nuestra vida para poder vivirla. ¿O cómo explicar los impulsos desenfrenados y las reacciones indescifrables que tenemos cuando el miedo está en nosotros? ¿Quién no se ha convertido en el campeón mundial de atletismo cuando lo acorrala este sentimiento? ¿Quién no ha abusado de la potencia de sus piernas para dar saltos imposibles cuando hay temor? ¿Quién no ha simplificado caminos y resuelto trabas con facilidad cuanto tienen esa sensación? En definitiva, ¿quién no se ha transformado en otro casi irreconocible cuando esta emoción penetra dentro de sí?

Ahí, en esas pequeñas pero certeras circunstancias que nos pone la vida, es donde deberíamos aprender a amar este sentimiento. Es por esas situaciones que Canetti vuelve tan real y propio del ser humano un sentir que ha estado alejado. Son las anécdotas de su vida lo que permite ver la importancia de sentir, de afrontar y de detenerse a contemplar cada uno de los rasgos que nos golpean como seres humanos. Es la escritura de Canetti la guía perfecta para hacer de la vida un balcón desde donde se pueda hacer una pausa, mirar a todos lados, detallar lo que está cerca y lo que está lejos, y con ello, recoger todo lo que nos mantiene en vida.

Referencias

Canetti, E. (2003). Obras completas II. Historia de una vida. Galaxia Gutenberg.

Montaigne, M. (2019). Ensayos completos. Ediciones Cátedra.

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