Por Luisa F. Giraldo
El hombre con su pene erecto: es la imagen principalmente asociada con la virilidad. Entonces, ¿qué soy sin mi erección? Un animal triste. Cierro los ojos. Estoy ahí frente a ella. Y la erección tiene que aparecer.
¿Qué es esto? Un mito creado en el imaginario social, una presión que me obliga a dar prueba de una virilidad de la que nunca puedo estar seguro. La erección no aparece, ella la espera. ¿Qué pensará?
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¿Dónde queda mi virilidad? En una erección y la lucha permanente por demostrarla.
Soy hombre, no una máquina de sexo.
Soy hombre y la erección no me domina. Soy hombre y no es mi responsabilidad darte placer. Quita ese peso de mis hombros y de una vez conócete, mujer.
Soy hombre y no quiero competir. Soy hombre y no estoy conectado a un interruptor para ir directo a la erección.
Soy hombre y ya quiero dejar de reafirmar mi virilidad.
Sexo, ganar más, dar placer… dar, dar y dar. Soy hombre y también quiero recibir.
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El cuerpo no es un tema de mesa
“La alimentación es una relación que nace en casa, si se siembra con juicios, crece con miedo; si se comienza a regar con empatía y acompañamiento, florecerá en salud (…) En un mundo saturado de exigencias estéticas, la familia debe ser el lugar donde el cuerpo pueda descansar”.
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La soledad que no se explica con frases bonitas
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Un día compré una talla 14, ¿y qué?
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