Cerca a la glorieta del Aeropuerto Internacional José María Córdova existe una fábrica que, contra el pronóstico de los consumidores mundiales, se “dio la pela” de fabricar pitillos de papel.
Inició en el 2016 como un proyecto de emprendimiento de un guarneño y un medellinense, y resulta asombroso comprobar que cuatro años después esté enviando 10 millones de pitillos mensuales a cuatro países de Suramérica, así como a las principales ciudades de Colombia.
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Alexander Jaramillo y Andrés Restrepo, sus fundadores, quisieron llamarla Ecopit S.A.S., marca que, hoy por hoy, es aliada en los nuevos modelos de economía circular de empresas como Alpina, misma que la contactó para iniciar su tránsito de los pitillos de plástico a los de papel.
“Encontramos un nicho de mercado bastante interesante que es el de las embotelladoras, empresas grandes como Alplina, Nestlé, Coca-Cola, Postobón, y en especial el nicho de mercado de las cajitas Tetra Pak. Fue un reto entender cómo se producía un pitillo tan pequeño y además flexado”, contó Restrepo.
De importadores a fabricantes
Lo primero que hizo Ecopit fue importar pequeñas cantidades de pitillos rectos de papel para comercializarlos en bares, restaurantes y hoteles. No obstante, tras un año de trabajo, dieron un salto al vacío: pasar de importadores a fabricantes. De modo que instalaron la maquinaria necesaria para producirlos aquí, en Colombia, y comenzaron a contratar mano de obra de la región.
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“A principios del 2019 empezamos con el desarrollo del pitillo flexado, todo un desarrollo con los proveedores de la materia prima y de la maquinaria, y finalmente, hacia el mes de septiembre, ya logramos tener el producto listo, desarrollado, para poderlo ofrecer”, explicó el empresario.
A ese ritmo de crecimiento, en pocos años Ecopit logró elaborar distintos tipos del producto, hasta contar con la capacidad de fabricar pitillos de entre 4 y 10 milímetros de diámetro, pues el sueño de estos emprendedores es sacar del mercado la mayor cantidad posible de pitillos plásticos por el alto grado de contaminación que representan.
El reto de cambiar la mentalidad del consumidor
Cuando uno le pregunta a Andrés qué ha sido lo más difícil de involucrarse en una industria tan poco convencional como esta, él sin titubear responde que “dos cosas”: lo primero, el sobrecosto que implica la venta de un pitillo de papel, y lo segundo, el cambio de mentalidad de los agentes del mercado.
“Son un producto que requiere muchas certificaciones para poderlo comercializar. Tienen que ser elaborados con materia prima totalmente virgen, no con material reciclado, y con muchos certificados de inocuidad”, apuntó Restrepo.
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Pero eso no los amedranta. Ecopit ha avanzado porque tiene la plena convicción de que el suyo es un trabajo, además de diferente, amigable con el planeta. Y es que sus pitillos de papel, una vez desechados, no tardan más de cuatro meses en biodegradarse por completo sin dejar huellas en el medio ambiente y, lo mejor, sin la necesidad de acudir a intermediarios como plantas de reciclaje o biodegradación.
Anulando los mitos
Aunque muchos aleguen lo contrario, por lo menos los pitillos de papel flexado que produce Ecopit son lo suficientemente resistentes para satisfacer las exigencias del consumidor. Por lógica, se trata de un material más delicado que el plástico, pero la ventaja es que los pitillos de papel son 100% ecológicos, mientras que los de plástico tardan mínimo 100 años en biodegradarse.
“No son los mismos pitillos que se comercializaban hace 30 años y que se deshacían en la bebida. Nuestros pitillos son elaborados con cuatro capas de papel, con materiales aprobados por la SDA que garantiza que no va a haber ninguna migración de partículas hacia la bebida”, señaló.
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Por eso, optar por un pitillo de papel no es indicio de que la bebida cambiará de color o sabor. Y si bien su costo es más elevado, su valor representativo, en comparación con el precio de la bebida, es apenas del 1 o 2 %.
A toda máquina
Las 22 personas que trabajan en Ecopit son del Oriente Antioqueño. De hecho, Alexander Jaramillo, su cofundador, es oriundo de Guarne, y su colega, Andrés, vive ya en Rionegro. Todo el equipo trabaja a toda marcha para que a finales de este año la empresa alcance un nivel de producción de 50 millones de pitillos mensuales. Para el 2021, Ecopit espera fabricar 100 millones de unidades al mes.
“Yo los invitaría a que hicieran el cambio y que tomáramos el ejemplo de esta coyuntura que nos está tocando vivir, en la cual la naturaleza nos dice que la estamos matando. Cambien todos sus pitillos y sus productos plásticos de un sólo uso por productos ecológicos”, fue el mensaje que le envió Andrés a todos los orientales.