El robo de cableado para extracción de cobre, es uno de los delitos más repetitivos en los municipios del Oriente, un hecho que ocasiona daños importantes a la red de comunicaciones de las localidades que se ven afectadas por estas prácticas. El Carmen de Viboral, Rionegro y El Retiro, son tres de las poblaciones donde recientemente han ocurrido estos hurtos.
El Carmen de Viboral, por ejemplo, ha reportado robos de cables en más de cinco veredas (Garzonas, Alto Grande, Cristo Rey, Betania, Aguas Claras). Esto provoca que los habitantes de las zonas, generalmente rurales, estén siendo blanco de los delincuentes. “Esta situación es recurrente, no sabemos cuál es la motivación de estas personas porque el cobre que se extrae de ahí es mínimo; sin embargo, generan una afectación al funcionamiento de las comunicaciones de las comunidades”, dijo el secretario de Gobierno de la localidad, Diego Mauricio Orozco Layos.
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Además de El Carmen de Viboral, veredas de Rionegro también han sido foco de los malhechores. Finalizando el mes de enero, se tuvo noticia de la sustracción de este material en la vereda Mampuesto, donde se produjo una captura y se dejó al delincuente en manos de las autoridades competentes. Además del caso anterior, otros hurtos de cableado se han evidenciado en diferentes zonas de la ciudad.
Carlos Andrés García, secretario de Gobierno de Rionegro, dijo que “en consejos de seguridad se han dado instrucciones precisas a la fuerza pública y al ejército para el aumento de patrullajes en las zonas afectadas, de manera que podamos hacer contención a este tipo de delitos”.
Por su parte, El Retiro no ha sido ajeno a este flagelo, en la noche del 2 de febrero, por ejemplo, fueron capturados dos hombres por la misma infracción; uno de ellos pretendía escapar por el río pero los uniformados bloquearon su huida. El suceso se dio luego de que denuncias ciudadanas pusieran en alerta a la Policía Nacional, dando con el arresto en flagrancia de los sujetos implicados.
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“Esta situación se viene presentando en la zona urbana y rural de nuestro municipio, así como en otras localidades. Esperamos controlar esta problemática”, expresó Santiago Montoya, secretario de Gobierno de El Retiro.
¿Qué se está haciendo para contrarrestar la situación y cuáles son las medidas tomadas por los gobiernos municipales? Sin duda, las autoridades son las principales interesadas en desarticular las bandas delincuenciales que ven el cobre como un fortín para sus arcas. En El Carmen de Viboral, han solicitado a las unidades de investigación criminal tomar acciones precisas para la individualización de los delincuentes y el esclarecimiento de los hechos; en este mismo municipio se han obtenido dos aprehensiones producto del trabajo de las unidades policiales.
Rionegro no se ha quedado rezagado ante los desmanes de los delincuentes, desde la Administración Municipal “se ha solicitado a la Fiscalía que de manera especial se mire hacia esta situación y se dé con una judicialización en masa, sabemos que se trata de distintas organizaciones dedicadas a incurrir en este tipo de delitos”, añadió García.
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A partir del robo del cableado, se configura el hurto calificado o agravado según sea el caso del hecho, el cual puede terminar en una condena como mínimo de entre cinco y siete años de privación efectiva de la libertad. Lo más paradójico, es que no solo incurre en un delito aquel que lo hurta, más grave es el caso de que hayan personas que aun sabiendo de donde proviene el material, lo adquieren y lo comercializan, esto también constituye un crimen denominado receptación, el cual puede terminar en medida de aseguramiento e incluso, cárcel.
“No se trata solo del corto del cable, se trata de la consecuencia que lleva la violación. Si una persona soporta su vida con un aparato conectado a la energía y pierde su vida a causa del hecho, este incurre en un homicidio a título de dolo eventual”, explicó Jaison Gaviria Osuna, abogado penalista.
Actualmente, un kilogramo de cobre extraído de cuerdas eléctricas o telefónicas tiene un costo en el mercado de aproximadamente nueve mil pesos, un valor que no soporta bajo ninguna circunstancia la afectación que produce. Un escenario, que hoy, es el dolor de cabeza de muchos orientales.