A las 8:40 de la noche del martes 10 de agosto, varios disparos aturdieron la noche en La Unión. Al tiempo, se oscurecieron los sueños de Miguel Ángel García Osorio, un joven de 15 años que fue ultimado por dos sicarios en el sector del cementerio, zona urbana del municipio, minado por organizaciones delincuenciales dedicadas al tráfico de estupefacientes.
Miguel vivía con sus padres y sus dos hermanos en La Unión. Los primeros reportes de las autoridades indican que dos hombres que se movilizaban en una motocicleta le dispararon sin medir palabra; presuntamente, lo confundieron.
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El menor asesinado soñaba con ser futbolista profesional para sacar adelante a su familia. Con el anhelo de alcanzar su meta, ingresó a los siete años a la Corporación Talento Unitense, equipo de entrenamiento deportivo del municipio.
Sergio Alejandro Betancur, su entrenador, lo recuerda como un joven soñador y dotado con los mejores valores. “Le quitaron los sueños a un gran líder, a un gran deportista. Le quitaron los sueños a un niño que tenía todas las cualidades del mundo, un niño que era empático, responsable, que era de familia, que tenía todos esos valores que nos inculcan en la casa”, comentó.
Durante nueve años corrió detrás de un balón, no se cansaba de hacerlo porque tenía muy claro su objetivo: llegar a las grandes ligas. Y ese camino era prometedor, pues los profesores de la Corporación de fútbol comentaban entre ellos las grandes habilidades que él tenía con la pelota. “Nosotros lo manifestábamos desde el club, que Miguel Ángel era un jugador de proyección”, narró Alejandro Betancur.
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Infortunadamente, los sueños de Miguel y de su familia se los arrebataron en una guerra que hoy no tiene nombre, ni responsables. MiOriente se solidariza con sus allegados.