Desde las calles de Marinilla, el municipio donde creció con grandes sueños, Juan Pablo Pineda encontró en el fútbol no solo una pasión, sino un refugio y una forma de creer que un futuro diferente era posible. Hoy, su historia se convierte en un testimonio de resiliencia, mentalidad y transformación personal que inspira a jóvenes dentro y fuera del país.
Sus primeros pasos en el fútbol los dio en la escuela Futurama, donde aprendió las bases del deporte que marcaría su vida. Como muchos niños, era uno más en la cancha, pero con una ilusión clara: llegar lejos. Ese sueño lo llevó a integrar las divisiones formativas de Águilas Doradas, donde permaneció durante tres años y conoció un fútbol más exigente y competitivo, pero también más duro.




La salida del club fue uno de los primeros golpes importantes de su vida. Sin embargo, lejos de rendirse, Juan Pablo decidió seguir buscando oportunidades y llegó a Manizales, donde logró ingresar al Once Caldas, permaneciendo allí durante dos años. A pesar de entregar todo de sí, el salto al fútbol profesional no se concretó, lo que lo llevó a atravesar un periodo de confusión, frustración y depresión.
“Sentía que había fallado, que todo el esfuerzo no había sido suficiente”, recuerda. Fue entonces cuando decidió mirar hacia adentro y comenzar un proceso de reconstrucción personal. Cambió hábitos, estableció metas claras y empezó a trabajar de manera consciente en su desarrollo personal y mental, dejando de depender únicamente del fútbol para construir una mentalidad sólida.
Ese proceso interior abrió una puerta inesperada: la posibilidad de estudiar y jugar fútbol en Estados Unidos mediante una beca deportiva. Con la mentalidad que había venido forjando, Juan Pablo asumió el reto como una señal y se lanzó sin miedo. Hoy completa un año viviendo en el estado de Colorado, donde integra el equipo de Otero College, con el que recientemente se consagró campeón regional, logró la clasificación al torneo nacional y confirmó que creer en uno mismo puede cambiar el destino.






Más allá del fútbol, Juan Pablo decidió darle un propósito mayor a su experiencia y creó su marca personal, desde la cual enseña a otras personas a desarrollar su máximo potencial, trabajar la mentalidad y diseñar una vida alineada con sus valores, no desde la teoría, sino desde su propia historia.
Además, trabaja junto a la agencia Great Future Scholarships, con sede en Manizales, donde, junto a su amigo y socio Juan, acompaña a jóvenes interesados en estudiar en Estados Unidos. Allí asesoran a estudiantes, les explican el proceso, los guían paso a paso y los ayudan a conseguir ofertas de universidades norteamericanas.
“Mi historia no es un éxito perfecto, es una historia de caídas, dudas y reconstrucción”, afirma. Hoy, su mayor logro es demostrar que cuando se trabaja la mente, las oportunidades aparecen, y que ayudar a otros a cumplir sus sueños también es una forma de cumplir los propios.
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