En la tarde del 4 de octubre un hecho conmocionó el centro de Medellín: una joven mujer se lanzó desde el edificio donde funcionaba la Clínica Medellín. Desde la última ventana de la edificación, ella, llamada Karen Castaño, escribió una carta. Más de 3 mil palabras que contenían la explicación de las razones por las cuales dejaba el mundo y consejos para su pequeña hija de cuatro años. La joven publicó sus líneas en el perfil de una de sus redes sociales.
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“Resumen de los últimos meses”, con este encabezado comenzó su carta, en la cual refirió que era su último deseo antes de su partida. Y continuó: “Para cuando se publiquen estas palabras ya estoy muerta o me quedan 10 min, así que siéntese que tal vez lo que diré sea largo, tiendo a dar muchas vueltas, tengo la ansiedad al máximo y los dedos ágiles. He decidido romper silencio de meses y hacer pública la situación, porque no confió en nadie lo suficiente para creer que sí entregarían este mensaje, además en esta red social no lo esconderán fácil y mi hija algún día lo verá, pues, todos tienen un deseo antes del deceso y ese es el mío”.
Todos contamos las cosas según nuestro punto de vista. Daré el mío dado que no quiero que a Gabriela le cuenten algo que no es o tenga una idea errónea de lo sucedido
escribió Karen.
Karen en medio de su carta de despedida denunció una situación que estaba ocurriendo al interior de su familia, puesto que según expresó, ella y su hija y otros niños fueron víctimas de abuso sexual por parte de un miembro de su familia:
“Ahora bien, a inicios de junio del presente año me doy cuenta que mi familia estaba mal, muy mal, no entraré en detalles pero entre todo lo peor fue que permitieron y también permití gracias a cosas que desconocía y a mi negación que durmieras a tus 3 años más de una noche en la misma cama que mi abusador y el abusador de otras niñas de la familia y amigas cercanas. Se supone que el pueblo mata a todo aquel que la debe (un amigo nuestro nos iba a hacer el favor, pero lo mataron primero) y entiendo que él sigue vivo porque a los que sabían les encantaban sus acciones, por algo en ninguno de los casos hicieron absolutamente nada, solo seguir abrazándolo y hablando con él. Gas”, esta fue una de las mayores razones de peso que expuso.
Como consejo a su pequeña hija, le escribió: “Si quieres otras cosas que te apasionen mucho más, ve por ello, sin mirar atrás pero creo que aprenderás e irás más allá de lo que otros científicos han ido, tengo mi fe en ti y sé que donde sea que yo esté si puedo con mi energía moveré montañas para que tú las cruces. Lloré de alegría gracias a ti (eso no cualquiera lo logra solo tú y tu tía Susana) y por eso debes creer en ti por encima de todo y cuando alguien te diga no, no lo veas como un freno, sino como una oportunidad para buscar un nuevo camino. Lo que debes tener claro es que ese no nunca te lo debes decir a ti misma. Te di en estos 4 años las bases lo suficientemente fuertes para que logres superar mil tristezas, porque no te miento van a llegar, pero tú Gabriela eres más que luz suficiente para no desvanecer ni ante la más fuerte tormenta”. Entre estas líneas y más, Karen Castaño plasmó todo lo que en ella había.
¿Cómo saber si alguien necesita ayuda?
Para el Phd. en Psicología y docente de la Facultad de Psicología de la Universidad CES, Juan Carlos Jaramillo Estrada, existen acciones que podrían adelantarse y prevenir una conducta de ideación suicida: pensar que es un problema colectivo; generar espacios protectores; tener disposición para escuchar y ayudar, notar cambios de la rutina prolongados en el tiempo, y actuar y buscar acompañamiento con redes de apoyo.
Se deben generar espacios protectores los cuales parten del reconocimiento de que lo que vivimos hoy es un fenómeno de época y hay que hablarlo sin problemas. Para ello, sugiere que se debe fomentar la cercanía y conversación con el otro para detectar cuando aquel expone sus dificultades.
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“Si nosotros estamos decididos a pensar que esta situación es colectiva, lo primero que vamos a hacer es entender que entre todos nos cuidamos y es estar pendientes, estar atentos, a acompañar al otro haciendo cosas como escuchar cómo está, preguntarle cómo se siente, interesarse por su día a día, estar atento a que te cuente lo bueno, lo malo, pero escuchándolo bien, preocuparme por el otro en el sentido de estar ahí para él”, propone el doctor Jaramillo Estrada.
Identificar cambios prolongados en el comportamiento: durante el encuentro cercano se pueden detectar cambios marcados en las rutinas, comportamientos que pueden generar algún signo de alerta. Bajar el rendimiento académico, disminuir el desempeño laboral, no acudir a actividades frecuentes, podrían ser síntomas a tener en cuenta.
“La bibliografía dice que en el 80 % de los casos la gente da señales de tener una idea que se quiere morir. Si empieza a vender cosas, a regalar cosas, comienza a dejar de ir o hacer actividades que le eran muy placenteras, en ocasiones empieza a aislarse de las personas más cercanas y de los ambientes que le general protección”, añade.
Hablar y reconocer la situación: en medio del acompañamiento y diálogo directo, reconocer entre las partes que hay una situación que merece atención y acompañamiento profesional. Una vez identificado, acudir al manejo colectivo de la situación. Crear una red de ayuda.
“Ahí no se puede entrar en algo que es un mito y es que hablar con una persona que tenga una ideación suicida, preguntarle por eso puede hacer daño. No. Eso es un mito. Si uno le habla bien, es un factor protector. ¿Qué es hablar bien? Hablar bien es: no lo culpabilice, no lo avergüence, no lo haga sentir mal. Nunca juzgue, simplemente intente comprender. Y a partir de ahí, con algunas personas, tratar de encargarse del asunto”, explica el docente.