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He aprendido a valorar las cosas pequeñas: hablan los valientes

  • Esta vez el turno es para un médico que, en la actual coyuntura, no cesa de pensar en clave de “humanización”. Él, un valiente de carne y hueso, dice luchar con la soledad y los temores propios de una pandemia para todos insospechada. Con todo, su grito de victoria en medio de la angustia es este: “me siento fuerte, confiado y preparado para lo que llegue a suceder en el futuro”.

    El llamado

  • Lea este artículo con conciencia. Es lo que esta vez nos atrevemos a pedir. Nos apartamos por un momento de las fórmulas básicas del periodismo para darle voz a quienes hoy batallan la batalla de la vida. Y lo hacemos porque hemos entendido que ellos, más que los medios de comunicación, merecen hablar, y nosotros, en cambio, necesitamos escucharlos.

    La hablante

    Su nombre es Jairo Alonso Granados García. Es, desde hace tres años y siete meses, coordinador del Servicio de Urgencias del Hospital San Juan de Dios de Rionegro. Él y su equipo de trabajo han reservado un área especial para la atención de pacientes con problemas respiratorios o contagiados. Este, el más querido hospital de los rionegreros, tiene capacidad para 17 pacientes COVID y un cubículo para reanimaciones. Jairo pasa allí los que, tal vez, son los días más difíciles de su carrera.

    El testimonio

    La dinámica del hospital ha cambiado. Hemos aprendido a brindar una atención más humanizada y a crecer como profesionales, como personas que están para cuidar a los demás, a nosotros mismos y a nuestras familias.

    La mayor exigencia es luchar contra nuestros propios temores y miedos, y así estar fuertes para las personas que necesitan atención, personas que llegan muy asustadas y que, con una atención humanizada, con buenas palabras, se pueden sentir seguras y tranquilas a pesar del diagnóstico que tengan.

    La gente todavía no comprende ni cree lo que está sucediendo. Uno puede ver a muchas personas que no cumplen las normas que nos dan las autoridades, y eso conlleva a que no tengan responsabilidad con el personal de salud. Al ellos no cuidarse, corremos el riesgo de contagiarnos. Muchas veces lo hemos vivido: que nuestro personal ha sido aislado y eso se convierte en algo complejo para el resto de enfermeros y médicos porque, a veces, hay personal que tiene que doblar sus turnos.

    Ha sido muy complejo porque hemos tenido personal que se ha ido a vivir aparte, que se ha alejado de su familia para estar solo o vivir con otros compañeros para evitar llevar el contagio a sus hogares. Lo hacen porque tienen padres o hijos con algún tipo de enfermedad que puede elevar el riesgo de un contagio.

    Entonces, hemos notado la separación del vínculo familiar. Todo se convierte en algo muy virtual y electrónico, de no poder tener un contacto más estrecho con la familia sino simplemente una videollamada, y eso hace que el mismo personal tenga momentos de ansiedad y baje sus ánimos.

    He aprendido a valorar las cosas pequeñas del día a día, a valorar la vida, a valorar la academia que nos enseña a crecer como profesionales desde un principio. He aprendido a luchar con la propia soledad, con el encierro, a luchar con los miedos, a batallar y a ser una persona con un conocimiento claro para brindar un servicio, a prepararme como ser humano y como persona.  

    A la gente le diría que nos ayuden a cuidar. Ustedes pueden contagiar a otros o terminar contagiados. De por medio están sus familias y amigos. Respetemos las normas, esto no es un juego, esto es algo que sucede realmente, que incluso ha afectado ya a personal muestro. Aquí, en el San Juan, hemos tenido la desdicha de llevar a una de nuestras compañeras a la UCI y hacer todo el proceso de entubación, y es eso muy fuerte.

    Esto es algo que debemos tomar con seriedad. Sin embargo, me siento fuerte, confiado, preparado, porque el hospital nos ha brindado herramientas desde el punto de vista psicológico, el cual nos lleva a fortalecernos para estar preparados para lo que llegue a suceder en el futuro.

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