Nos dijo que no publicáramos el nombre de su hijo, pero sí su historia. La señora Isabel es otra de las muchas madres que están sufriendo las consecuencias del Gravity Bike, una práctica reprochada por la sociedad pero cada vez más practicada por jóvenes de varios municipios del Oriente.
Su hijo Camilo (nombre ficticio) sufrió un accidente en noviembre del 2020, cuando practicaba Gravity Bike en una concurrida vía de la región. Chocó contra un camión y, tras ser atendido por una ambulancia, fue trasladado a la Clínica San Juan de Dios de La Ceja.
“Cuando llegué a la clínica el estado de mi hijo era muy delicado. Había sufrido un paro respiratorio y había sido reanimado por su grave situación”, narró Isabel a MiOriente, agregando que su hijo tuvo que ser trasladado a la Clínica el Rosario de El Poblado para efectos de una resonancia magnética.
Exámenes, cirugías en la columna cervical, una traqueostimía; el estado de salud de Camilo no parecía mejorar y, de hecho, no mejora hasta hoy: se encuentra en cama, con casi ninguna movilidad en sus extremidades.
Hoy, Isabel se ve obligada a renunciar a su trabajo porque su hijo necesita permanente acompañamiento (cambio de pañales, asistencia para comer, cambio de posición). “Me preocupan los procedimientos que van a seguir; mi hijo no tendrá ningún tipo de cobertura y apoyo ya que se verá afectada su afiliación a la EPS por mi parte”, dijo.
Camilo tiene 17 años y sigue hospitalizado en la Clínica El Rosario. El drama de Isabel, madre cabeza de hogar, es que su hijo no puede valerse por sí solo y, sin embargo, no tiene cómo pagar a alguien que lo cuide mientras ella trabaja en una floristería de El Carmen de Viboral.
“Es muy difícil luchar contra esto, pero deben concientizar a los jóvenes del peligro al que se exponen con esa adrenalina”, concluyó Isabel su testimonio, un testimonio que nuevamente demuestra cómo una mala decisión cambia la vida de muchos.
