El conflicto armado en el Oriente Antioqueño ha dejado huella: muertes, secuestros, masacres, desplazamientos y demás crímenes, aún después de muchos años, siguen marcando sus coletazos junto a los múltiples vejámenes que los grupos al margen de la ley ocasionaron en la población. Tales efectos, se traducen en carencias que, poco a poco, las comunidades han ido resolviendo para recuperar algo de la normalidad que se ostentaba antes de que estas formas de violencia cambiaran la cotidianidad.
En 2003, la comunidad de la vereda Aguabonita de Cocorná -una zona montañosa a la que solo se tiene acceso luego de tres horas de camino en mula-, vio cómo perdía todo luego de que sus habitantes estuvieran obligados a dejar sus tierras por las amenazas y las minas antipersonal que los frentes armados presentes en el territorio habían sembrado. Solo hacia finales de 2019, cuando el Gobierno, de la mano de la organización The Halo Trust y el batallón de desminado humanitario, limpió las zonas hasta poder declararlas espacio libre de presencia de minas, las familias empezaron a retornar.
Luego del regreso de algunos pobladores, varias necesidades se hicieron latentes, por ejemplo, la del acceso a la educación. Para los niños de la zona, la escuela más cercana quedaba a tres horas de camino, hecho que llevó a las comunidades a movilizarse en pro de tener una institución renovada y un docente que emprendiera los procesos de formación en la vereda. El pasado 20 de abril, ese anhelo se hizo realidad y actualmente 6 menores de los grados preescolar, primero, tercero, cuarto y quinto reciben clases cerca a sus viviendas gracias a la gestión adelantada por la Secretaría de Educación del municipio.
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“Esta semana que nosotros llamamos a la comunidad para darle la noticia, ellos no se la creían, entre lágrimas y mucha alegría los padres de familia se pusieron felices por la llegada del docente”, dijo el secretario de Educación de Cocorná, Henry Usme.
Precisamente, Nacson Gómez es el profesor que de ahora en adelante formará a los niños de Aguabonita, un hombre empoderado de su labor y convencido de la responsabilidad que posee, “es un acto heroico, porque sin tener materiales él decidió irse, por puro amor por los niños, y está trabajando desde una casa con elementos prestados y donaciones”, añadió Usme.
Y es que sin ninguna especie de dotación, y carente de servicios como la electricidad, la escuela Santa Rita empezó su funcionamiento, “ha sido una experiencia muy bonita llegar a una comunidad donde la gente tiene expectativas; es muy importante, porque desde hace muchos años no han tenido la oportunidad de acceder a la educación a través de la presencia de un docente en la comunidad”, expresó el nuevo profesor de la escuela.
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“Antes, para ir a la otra escuela, tocaba andar tres horas de camino en mula, o a pie muchas veces, era muy incómodo pero se hacía el esfuerzo. Gracias a Dios ya tenemos al profesor en la vereda y estamos empezando, ya ha dado las primeras tres clases. Para nosotros es un orgullo, nos sentimos muy felices de que después de tantos años podamos recuperar nuestra vereda”, dijo Everardo Pavas, líder de la vereda Aguabonita.
Por ahora, la comunidad y la administración municipal de Cocorná adelantan gestiones para que llegue hasta allí la electricidad y se mejoren las vías de acceso, y para que la escuela vuelva a ser como antes, un espacio para la vida, la educación y el desarrollo personal y formativo de los niños y niñas de la zona rural.