Este año, alrededor de 635 loras, pericos y cotorras han ingresado al Centro de Atención de Vida Silvestre (CAVR) del Área Metropolitana del Valle de Aburrá, evidenciando el impacto negativo de la tenencia ilegal de fauna silvestre. Muchas de estas aves presentan deformaciones dolorosas, como el crecimiento excesivo del pico y las garras, debido a la falta de actividad y estímulos naturales en cautiverio.

En su entorno natural, estas aves desgastan sus picos y garras utilizando cortezas de árboles y superficies abrasivas. Sin embargo, en cautiverio, la ausencia de estos elementos provoca deformaciones que afectan su capacidad para alimentarse y moverse adecuadamente.

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    Además, Andrés Gómez Higuita, supervisor del CAVR, ha señalado que la dieta inadecuada de estos animales en cautiverio, que incluye alimentos como chocolate, agua panela, galletas y arroz, contribuye a enfermedades metabólicas y nutricionales.

    El 37 % de las aves que llegan al CAVR presentan diversas condiciones de salud deterioradas por su tiempo en cautiverio. Entre los problemas comunes se encuentra el picaje, un comportamiento autodestructivo causado por estrés crónico y ansiedad. Las aves arrancan sus plumas, lo que resulta en lesiones cutáneas, hemorragias e infecciones graves.

    Además, el aislamiento social derivado del cautiverio agrava el estrés de estas aves, dificultando su reintegración en su hábitat natural. La interacción social es crucial para su adaptación y supervivencia en la naturaleza.

    Desde el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, hacen un llamado a la ciudadanía para que denuncie el tráfico y la tenencia ilegal de fauna silvestre. La protección de estas aves es esencial para preservar su bienestar y su papel ecológico en el medio ambiente.

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