“El primer celestino de muchas parejas en Rionegro fue el cine, se convirtió en la excusa perfecta para iniciar el cortejo o consolidar un romance”.
Por Jeison López.
Recordar los inicios del cine en Rionegro es evocar la nostalgia, traer a colación las reminiscencias del ayer. Los que presenciaron las primeras funciones lo abrazaron como si se tratara de un evento futurista, un acontecimiento sobrenatural. Sin embargo, la capacidad de asombro suele ser tan efímera que lo extraño se transforma en un simple acontecimiento cotidiano. El primer celestino de muchas parejas en Rionegro fue el cine, se convirtió en la excusa perfecta para iniciar el cortejo o consolidar un romance. No obstante, también era una evidencia de rechazo o decepción amorosa. Esto demuestra una vez más que el arte y la cultura son cómplices de las desgracias o victorias del ser humano.
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El séptimo arte, llamado así por el poeta italiano Riccioto Canudo, arribó a Rionegro en la década de 1920. Una de las empresas más importantes que estuvieron en el municipio tuvo el nombre de Cine Popular. Las personas encargadas fueron Roberto Botero (hijo del poeta y escritor Juan José Botero Ruiz y una de las primeras personas en tener vehículo en el Oriente) y Carlos Botero, conocido como “Boterito”. Asimismo, lo operaron Roberto Muñoz, Lisandro Cifuentes Barco, Álvaro Arbeláez y Jesús Saénz. Estos dos últimos oficiaron de porteros. De acuerdo con Luis Emilio Gallego Barco, en su libro Rincón de los Recuerdos, Cine Popular pudo haber estado ubicado en los inicios de lo que hoy es el barrio el Alto del Medio; años más tarde funcionó allí el Teatro Rionegro y El Coliseo.
Además del Cine Popular, en el mismo tiempo existió otra compañía de cine, denominada Cine Ideal, propiedad de Emilio Hoyos Zuluaga. Quien utilizó la casa de Abraham Bernal para proyectar las películas, cerca de la plaza de mercado, hoy parque principal. A diferencia de Roberto y Carlos, Emilio diversificó la sede del cine y algunas veces la utilizaba para los espectáculos de las compañías de circo o maroma que venían al municipio. Cuando ocurría, llamaba a una banda de músicos de El Carmen de Viboral para amenizar el encuentro o acudía al talento local con los Duques.
Las proyecciones más populares de los inicios del cine en Rionegro fueron películas en serie, se dice que duraban entre cinco y seis sesiones. Las funciones eran los sábados y domingos en horas de la noche; a veces eran anunciadas con pólvora, uno que otro campanazo y música.
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En lo personal, recuerdo con mucha melancolía el teatro Los Héroes; quedaba ubicado cerca del parque, próximo a las oficinas de Comfenalco. Para muchos de nuestra generación, los nacidos en los 90, fue la experiencia más cercana que tuvimos con el cine. En el año 2005 se estrenó Las Crónicas de Narnia: El león, la bruja y el ropero. Meses después el teatro Los Héroes la puso en cartelera, y allí estábamos los estudiantes del grado cuarto de la Normal Superior de María, atónitos, creíamos que la única manera de ver películas era a través de la parabólica o los escasos hogares que tenían DVD y televisor de 21 pulgadas.
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