Más de 1 000 niños menores de cinco años tienen desnutrición aguda en Antioquia: bancos de alimentos luchan contra el hambre y el desperdicio

Más de 1 000 niños menores de cinco años padecen desnutrición aguda en Antioquia, según cifras del Observatorio de la Asociación de Bancos de Alimentos de Colombia (Abaco). Frente a esta realidad, los bancos de alimentos en todo el país intensifican su labor para rescatar alimentos y llevarlos a los hogares más vulnerables.

En Colombia se desperdician anualmente cerca de 10 millones de toneladas de comida. Mientras tanto, millones de personas, especialmente niños, enfrentan hambre. Abaco y sus 26 bancos aliados en todo el país, de los cuales hay tres que hacen presencia en Antioquia (Saciar, Fundación Banco Arquidiocesano de Medellín y Central Mayorista), trabajan para revertir esta situación, rescatando excedentes alimentarios de fincas, industrias, comercios y restaurantes para evitar que terminen en la basura y entregarlos a quienes más los necesitan.

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Gracias a estas acciones, se logran recuperar más de 25 000 toneladas de alimentos aptos para el consumo humano cada año. En 2024, esta labor benefició a más de 1 164 000 personas con la entrega de 41 millones de kilos de comida.

Uno de los actores clave en Antioquia es la fundación Saciar, que atiende municipios del Oriente antioqueño. Esta organización opera el programa Reagro, que desde 2012 recupera frutas y verduras directamente en el campo. Además de recolectar alimentos, Saciar brinda acompañamiento nutricional y psicosocial, impulsa proyectos productivos autosostenibles y participa en el Observatorio de Nutrición Infantil.

Don Guillermo, campesino de la vereda Las Mercedes de Marinilla, es uno de los productores que se han sumado a esta causa. “Yo cultivo papa, tomate, zanahoria y frijol. Cuando veo que no voy a vender toda la cosecha, llamo a Saciar. Ellos vienen, a veces el mismo día, y recogen lo que uno les quiera donar. Prefiero regalarlo que verlo perderse, sabiendo que hay tantos que lo necesitan”, afirma.

En su finca de montaña, como muchas en Antioquia, el trabajo es duro, pero don Guillermo asegura que el esfuerzo vale la pena: “Sembramos con la ilusión de que va a ir bien. Si sobra, uno siente bonito al saber que eso puede llegar a una familia que no tiene ni para un desayuno”.

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La cadena de solidaridad se extiende más allá del campo. En la plaza de mercado de Marinilla, Alfonso de Jesús Suárez Galvis, trabajador oficial del municipio, colabora activamente con la recolección de productos que no logran venderse pero aún están en buen estado. “Aquí administramos, celamos, colaboramos en el manejo de los productos. Cuando vimos que se estaba perdiendo mercancía que no se vendía y se deterioraba, buscamos cómo donarla. Así fue como conocimos a Saciar y empezamos a trabajar con ellos”, relata.

Suárez destaca que se recolectan productos como zanahoria, remolacha, chuguín, apio o cilantro, según la temporada. “A veces hay demasiada cosecha, mucha abundancia, y no hay quién la consuma. Entonces se brega para que la fundación la lleve y la reparta bien repartida entre los que la necesitan”, explica. “Me nace y me gusta colaborar. Me gusta ver que lo que ya no está bien para la venta no se pierda”.

Marta Gómez, comerciante en la misma plaza, también destaca el impacto de este trabajo conjunto. “A veces uno tiene productos que se maduran muy rápido o ya están al límite. Antes tocaba botarlos. Ahora uno sabe que se van a aprovechar. Se siente uno útil, como que ayuda sin mucho esfuerzo”, dice.

Otro eslabón fundamental en esta red solidaria es la Casa Pan y Vida, liderada por la comunidad parroquial La Asunción de Marinilla. María Griselda Hincapié García, vocera del programa, explica que son beneficiarios de la Fundación Social y que, gracias a estos aportes, han podido atender a 1 387 familias. “Hace parte de este cotidiano que encontremos muchas personas con muchísimas necesidades, y es un acto de amor poder llegar a ellas a tiempo. Llegar con un plato de comida caliente o una ración de alimentos te hace ver la vida de una forma diferente”, señala.

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Para Hincapié, alimentar al prójimo con dignidad transforma no solo al beneficiario, sino también al donante: “Eso te invita a ser útil, te saca de la tristeza. Beneficiar a otros con amor desde un plato caliente es darle una opción de vida. Es hacerlo pensar diferente, es vivir que sí es posible un mañana mejor”.

Su mensaje es claro para todos los sectores: “Todos podemos sumar. Siempre en casa hay algo que sobra, algo que no estoy usando, algo que no necesito. Desde el señor que tiene la pequeña tienda, desde el ama de casa, desde el gran empresario… todos podemos aportar porque necesitamos que haya cero hambre en nuestros hogares, y de manera muy especial, que nuestros niños no crezcan en un ambiente con necesidades básicas como es la alimentación”.

El llamado de los bancos de alimentos es contundente: “Rescatar comida es salvar vidas”. Invitan a empresas, productores y ciudadanos a donar productos en buen estado que no serán comercializados, y así contribuir a combatir el hambre con dignidad, inteligencia y solidaridad.

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Cualquier persona puede sumarse a esta red, ya sea con donaciones alimentarias o apoyo económico. Porque como dice don Guillermo: “Si todos sumamos, somos muchas las bocas que podemos alimentar”.