Javier Alejandro Pineda es un niño de 12 años que desde temprana edad se destacó en el ciclismo; incluso, alcanzó a ganar varias carreras en su pueblo natal, Granada, donde los propios habitantes lo consideraban una de las grandes promesas de este deporte.
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Sin embargo, hace algún tiempo le fue detectado un cáncer en los órganos, situación que por obvias razones lo sacó del ciclismo y, desde entonces, junto a su madre, cada día batalla contra esta enfermedad que con el paso del tiempo se ha hecho más dificultosa.
“Cuando empezó con los dolores, una doctora me dijo que era normal, luego lo llevé donde otra y me dijo que estaba inflamado dizque por la comida. Alguien me recomendó que mejor lo llevara a Rionegro; prestando plata logramos ir y ahí le detectaron el cáncer”, expresó Luz Oliva Pineda, madre de Javier.
En la actualidad, el menor tiene dificultad para caminar, de hecho, se le complica inclusive estar acostado. Lo operaron de un tumor en un riñón y en los pulmones, pero el esfuerzo de los médicos ha sido en vano. “Por un dolor en el apéndice fuimos donde el doctor, que nos dijo que ya no había qué hacer porque esa enfermedad se le regó por todas partes, que lo único era que no lo dejáramos aguantar dolor por falta de droga”, agregó Luz Oliva.
Un sueño que quiere cumplir
En una mesa de su vivienda, ubicada en la vereda La María de Granada, reposan 10 trofeos que Javier Alejandro ganó durante su corta trayectoria como ciclista. Es aficionado a este deporte, y cuando puede ve las carreras y se emociona con los triunfos de nuestros representantes en el exterior.
Javier es consciente de que el cáncer que padece es terminal; no obstante, anhela cumplir un sueño que es conocer a Nairo Quintana, campeón del Giro de Italia y de la Vuelta a España, subcampeón del Tour de Francia y uno de los mejores deportistas en la historia de Colombia.
“Él dice que de todos los ciclistas de Colombia quiere hablar con Nairo, darle la mano, si es posible compartir un almuercito, quiere preguntarle cómo inició en el ciclismo, que le cuente historias de las carreras, eso es lo que quiere”.
Javier, quien para desplazarse tiene que utilizar una silla plástica, se siente orgulloso de lo que logró como ciclista, resaltó que Nairo es su ídolo y que no descansará hasta conocerlo. “Ojalá se pueda dar, porque si mi Dios se lo quiere llevar que por lo menos no se vaya con ese sueño que tiene”, concluyó su madre.
