Los gritos despertaron a Uriel y a su esposa: “Salgan, salgan, viene una avalancha”. Ante el volumen de la alarma que emitió la gente, Uriel estiró el pie derecho hacia el suelo y el agua le llegó hasta la rodilla. Se quitó las cobijas de encima y salió corriendo con lo que tenía: una pantaloneta.
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El hecho: la quebrada que lo acompaña desde hace 38 años volvió a desbordarse, tal como ocurrió en 1998, “pero lo de anoche no se compara con nada”, cuenta mientras observa cómo pasa el caudal de La Agudelo por el patio de su casa.
No nos dio tiempo sino de abrir la puerta, salimos corriendo. Los zapatos me los sacó la señora. Lo poquito que teníamos se quedó, perdimos todo
narró.
Al hablar de sus pérdidas se le entrecorta la voz, y repite de nuevo: “Perdimos todo”. En su inventario aparecen los enseres que compró durante años para el bienestar de su esposa, sus dos hijos y su nieta: televisor, nevera, lavadora, camas y colchones.
Reconoce que lo más importante es que “estamos sanos y salvos”. Sabe que lo que viene no va a ser fácil porque es como empezar de cero: “Se vienen días duros, pero hay que echar para adelante”, se queda en silencio mientras cae una lágrima de sus ojos.
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Como él -hasta las dos de la tarde-, serían 200 las familias damnificadas, según el registro de las autoridades. En las vías de El Retiro se observa a cientos de personas sacando lodo y agua de sus viviendas. Las labores las acompañan con lágrimas.
Todavía hay dos personas desaparecidas. Entretanto, personal del Cuerpo de Bomberos de El Retiro y Marinilla trabaja en la remoción de tierra para habilitar los corredores viales.