Por: Luisa F. Giraldo
“Hoy le cumplo a mi mamá y a mi papá la promesa que les hice hace 22 años. ¡Regreso a Colombia con éxito! Pero en el camino descubrí que no es como me lo imaginaba, el verdadero éxito es otra cosa. Hoy soy muy feliz tras descubrirlo”: Manolo Betancur.
En nuestra entrevista, me dijo que el verdadero éxito no era el millón de dólares en ventas que escribió como meta en un papel, al comienzo de su sueño americano. Con el tiempo él descubrió que el verdadero éxito está en compartir lo que se tiene y defender los ideales más humanos, mientras se lucha por los sueños.
El sueño americano como un impulso, el activismo como destino
¿Manolo Betancur?, ¿quién será? Esta fue la pregunta que surgió en mí cuando recibí una llamada y me dijeron: “Hola, esta es una invitación para su medio de comunicación a los Premios Emprendedores de Ideales, que entregará Manolo Betancur”.
Lo más probable es que esta pregunta que surgió en mí, también se la hicieran ustedes. Los únicos datos que tenía eran su nombre, que había nacido en El Carmen de Viboral y ganó el premio del Héroe del Pan en Estados Unidos. No vive aquí, es inmigrante, y quiere entregar unos premios a emprendedores de su pueblo natal.
No es la llamada común, no es el perfil común, todo era confuso, así que tenía que conocerlo.
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Uno de sus colaboradores me agendó la cita con Manolo, en un concurrido café del municipio de Rionegro. Todo pasaba por mi mente, todo tipo de posibles perfiles que me podía encontrar. Llegué y ahí estaba. Un hombre de mediana estatura, una gran sonrisa. Como si nos conociéramos de años, me saludó con un gran abrazo.
Así es Manolo, como un libro abierto por la vida.
Con un acento particular, como quien no pierde las raíces criollas y quien ya tiene un inglés muy arraigado, Manolo comenzó su historia.
Cómo es que gana un premio internacional en los Estados Unidos, es el “Héroe del Pan”, medios internacionales cuentan su historia, protagoniza un capítulo de una serie documental, pero en Colombia no saben nada, en el Oriente Antioqueño menos y en El Carmen de Viboral ni por enterados.
En el 2000 comenzó la aventura
Luego de ser oficial de la Armada Nacional de Colombia y de un arduo camino para ser marino, finalmente, Manolo decidió que ese no era su destino.
Al enfrentarse con las injusticias dentro de la institución, él no quería seguir haciendo parte de esa realidad.
Manolo comienza a luchar por los soldados, pero debido a esto lo envían a un batallón contra guerrilla. Ahora vive la guerra de Colombia en carne propia, en una de las zonas más hostiles: los Montes de María.
El destino de Manolo no sería ese. Luego, mientras navegaba en el buque Gloria, conoció a una americana que le ayudó a conseguir una beca en Estados Unidos; ahora Manolo iría a estudiar Ciencias Políticas.
Manolo llega a los Estados Unidos en el año 2000. Llega sin saber inglés, llega sin mucha ropa, llega sin dinero, sin apoyo económico de su familia, pues ya se habían gastado un ojo de la cara en la carrera militar.
“Mi mamá me dijo: ‘Si usted se va de este país, usted tiene que regresar con éxito. Usted no puede regresar a este país, a este pueblo y a esta casa, con la cabeza baja y como un fracasado’. Hoy, 22 años después, pude comprender qué es el éxito para mi mamá, porque yo en un primer momento pensé que el éxito era tener un millón de dólares. Cuando llegué a Estados Unidos lo primero que hice fue escribir en un papelito ‘un millón de dólares’, y lo guardé en mi billetera”.
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Manolo más adelante comprendió que el éxito no es el millón de dólares.
Llegó a trabajar en jardinería, luego trabajó como bodeguero. Empezó de cero. Cuando comenzó la universidad, como no sabía inglés, el único trabajo que le podían ofrecer era como lavaplatos. Esto era un empuje y una motivación:
Yo no vine a este país a quedarme el resto de mi vida haciendo esto
Mientras Manolo lavaba platos, estudiaba en la universidad con diccionario en mano. Nada lo detuvo. En los últimos semestres de la universidad y con un inglés más fluido, el destino se iba alineando, a Manolo le ofrecieron trabajar con la universidad en un programa como inmigrante:
“Me voy a las fincas a trabajar con los inmigrantes, eran ejércitos de inmigrantes, trabajando de las maneras más inhumanas posibles. Ese fue mi primer choque con la realidad de los inmigrantes en Estados Unidos”.
Un amor que le comienza a dar rumbo al destino.
La versión corta de la historia es:
Manolo se hace novio de una de las personas que trabaja desde Washington con los inmigrantes. Él se casa con ella, luego se separan, pero en medio de todo esto Manolo comienza a trabajar en la panadería, el negocio familiar de los padres de su exesposa, hoy madre de sus dos hijos.
Luego Manolo y su exesposa compran la panadería. En este punto de la historia todo comienza a tomar forma.
Poco a poco se va convirtiendo en el “Héroe del Pan”.
Manolo llega con nuevas ideas, el negocio comienza a crecer. Llegó la recesión del 2008, la economía empezó a caer, las panaderías empezaron a cerrar.
¿Recuerdan las fincas donde trabajaban los inmigrantes?
Bueno pues, Manolo también se acordó de ellas y fue a vender panes. Eso salvó la panadería.
Objetivo de la policía de migración
Cuando Manolo cambió de Estado no lo notificó, por error de su abogado, y perdió la cita para alcanzar la visa de residencia.
Entonces llegó una mañana el correo: “Usted es objetivo de la policía de migración”. Otra vez vivió en carne propia lo que viven los migrantes.
En el último juicio, Manolo, desde el estrado, contó su historia personal y profesional al frente de la panadería y algo maravilloso sucedió:
El juez dijo: “Manolo, gracias por todo lo que ha hecho por este país, usted es un ejemplo a seguir para muchos americanos, y ordeno que lo hagan ciudadano”.
Yo fui a que me deportaran y me dieron la ciudadanía
Manolo el activista
Salvó la panadería y se salvó de ser deportado.
En Manolo comienza a florecer con más fuerza el activismo que llevaba dentro. Ahora el dilema: seguir con la panadería y hacer activismo de manera aislada o hacer activismo desde la panadería.
“Empiezo a tener reconocimiento en Charlotte, el pueblo donde vivo, empiezo a ser reconocido por mi trabajo con los inmigrantes y elijo el camino donde la panadería se convierte en una extensión de mi ser, se convierte en un símbolo de esperanza para la comunidad migrante y en un símbolo de rebelión para los que no gustan de los inmigrantes”.
Manolo cambia el sentido del negocio.
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En lugar de gastar dinero en publicidad, comienza a hacer donaciones con ese dinero, con el fin de hacer un mejor uso de esos recursos, pensando siempre en la comunidad.
A raíz de esto surgen los apoyos por parte de la panadería a ONG, donaciones para otros activistas que les celebraban el cumpleaños a habitantes de calle, o vecinos, como ellos los llaman. En medio de la pandemia Manolo decidió donar pasteles a todos los niños que cumplieran años en su ciudad:
“Que ningún niño se quede sin pastel el día de su cumpleaños”.
Por todos estos proyectos —y muchos más—, Manolo fue elegido, desde Londres, como el Héroe del Pan en USA 2021.
Manolo el inspirador
Volviendo a sus raíces, Manolo decide crear “Emprendedores de Ideales”, un premio con el que reconoce a emprendedores de El Carmen de Viboral, su pueblo natal, y donde su madre le hizo jurar que regresaría con éxito.
Allí Manolo en el 2022 hizo la primera versión de este premio, que reconoce y potencia a emprendedores que brillan en tres categorías:
1. Por su contribución a la comunidad.
2. Por su modelo de negocio.
3. A los que emprenden sin renunciar a los ideales más humanos para lograrlo.
La historia con Manolo continúa
Todo comenzó con el sueño americano como impulso y luego el activismo comunitario se convirtió en su destino.
El día de la entrega de los premios Emprendedores de Ideales, una de las invitadas especiales era su madre, a quien miró antes de terminar su discurso y le dijo:
“Madre mía, dije que regresaría con éxito y aquí estoy”.
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