Días después, David Blandón le decía a los periodistas del mundo que el instinto lo llevó a colgarse la cámara para ayudar a los heridos. La trágica noche del 28 de noviembre del 2016, esa misma que quedó grabada en la memoria de la prensa nacional y del mundo del deporte, el avión en el que volaba el equipo brasileño Chapecoense se estrelló en el cerro El Gordo del municipio de La Unión, antes de aterrizar en el Aeropuerto Internacional José María Córdova.
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David fue el primer reportero en llegar al sitio, ubicado en una zona montañosa y de difícil acceso. De hecho, la primera imagen que conoció el mundo del suceso fue obturada por él en la que fuera una noche pasada por lluvia. Aquí un breve testimonio de este camarógrafo, cuatro años después de la tragedia:
Ese día estábamos prontos a una tragedia que marcó la vida de muchas personas. Recuerdo que mi trabajo en MiOriente era ser camarógrafo, y por eso estaba atento a todo lo que sucedía en la región. En la noche nos dijeron que había ocurrido una emergencia; parecía que un avión se había caído, ante lo cual todos quedamos en shock. Pero estábamos alertas a lo que estaba por suceder.
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Cuando supimos la magnitud de lo que había pasado, fue algo increíble. Era más de lo que habíamos pensado mientras nos dirigíamos al punto del accidente; llegar a esa zona y encontrarnos con un avión totalmente destrozado, con la noticia de que venían 78 personas, con una ambulancia y gente que decía que no había nada que hacer, que todos estaban muertos, fue algo bastante fuerte.
El instinto de periodista me hacía seguir para llegar a la zona de la noticia. Llegamos y tuvimos la oportunidad de ayudar a algunas personas a que tuvieran la atención en el hospital; es algo que lo marca a uno. Cuatro años después de esa situación que pasamos, todavía uno sigue pensando lo que hizo, pues actué con el ser y no tanto con mi profesión.
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Yo dejé la cámara a un lado para ayudar a las demás personas y, la verdad, sigo pensando que fue la mejor decisión que pude haber tomado. Como periodista eso me ayudó; logré un reconocimiento tanto personal como para MiOriente. Fue un reconocimiento a nivel mundial porque nos llamaban de muchos lugares, venían medios de todo el mundo.
Las personas se dieron cuenta de lo que había hecho, y eso, en mi rol de comunicador, fue bueno porque mi nombre estuvo en diferentes medios. Para MiOriente también fue bueno porque fue el medio que obtuvo las primeras imágenes. Todo esto, en cierto modo, me hace feliz porque trabajé en lo que me apasiona.
Hice las cosas bien y eso nos ayudó a crecer como equipo. Por eso sé que siempre hay que hacer el bien sin esperar nada a cambio. Me refiero a ayudar a los demás sin esperar un reconocimiento, porque así uno tiene la tranquilidad de que se hicieron las cosas de la mejor manera.