A mediados del 2018, las víctimas del conflicto armado en Granada alzaron su voz para informar a la comunidad y a la opinión pública el notable deterioro en el que se encontraba el Salón del Nunca Más: la humedad está acabando con la estructura.
Desde entonces, asociaciones locales de víctimas y entidades aliadas, se unieron en una campaña que busca recolectar fondos para realizar las mejoras necesarias en la edificación y poder conservar ese importante espacio de la memoria en el municipio. Aunque se esperaba alcanzar una suma de 20 millones de pesos, a la fecha la causa ha sumado apenas 5 millones.
Según el portal Hacemos Memoria, “pueden ser usados para la reimpresión de algunas fotografías y diseños que se han deteriorado por cuenta de la humedad o para producir nuevos contenidos que refuercen la exposición”. Es decir: El Salón del Nunca Más necesita ayuda urgente para mantenerse en pie.
Para Gloria Quintero, víctima del conflicto armado, aunque la campaña no bastó para financiar todas las intervenciones que requiere el lugar, sí es un primer impulso para iniciar con los arreglos y, además, sirvió para que muchos manifestaran su apoyo.
“Mucha gente me escribió al WhatsApp mostrándome la foto de la consignación y me decían que lo hacían porque querían mucho el espacio, porque les había servido para sus estudiantes o para su trabajo personal, e incluso para su misma labor de duelo. Ahora, debemos procurar que ese dinero se invierta para el bienestar del espacio”, manifestó Quintero
Al respecto, la Administración Municipal se pronunció manifestando su apoyo a la causa. Según Raúl Vélez, secretario de Gobierno de Granada, “en el presupuesto de este año se destinó un rubro de 30 millones de pesos para los arreglos de Casa de la Cultura, con los que se verá beneficiado el salón”.
Además, Vélez aseguró que ya existe un diseño previo de la Universidad San Buenaventura y que están a la espera de unos estudios arquitectónicos más profundos que indiquen cuál debe ser la intervención.
No obstante, la preocupación de la comunidad persiste, pues se niegan a que un espacio vital para el posconflicto como lo es el Salón del Nunca Más, se vea obligado a cerrar sus puertas.