Se sabe que la grasa que almacenamos en nuestro cuerpo no es igual ni tiene las mismas características, pues dependiendo de su ubicación podemos distinguir entre grasa abdominal y grasa visceral.
Hemos escuchado y leído que muchas personas hablan de grasa corporal, grasa abdominal y grasa visceral sin hacer ningún tipo de diferenciación entre una y otra. De esta manera escuchamos cómo estas personas generan más confusión hablando de la manera de quemar tal o cual tipo de grasa, y dando soluciones en cuanto al tipo de comida o suplementos para rebajar la grasa de ciertas partes del cuerpo, e indicando los ejercicios necesarios y específicos para rebajar la grasa.
Tenemos que empezar por identificar que la grasa corporal o grasa esencial es uno de los principales componentes del cuerpo, una fuente de energía que controla la temperatura corporal, protege órganos del cuerpo y nos ayuda en una gran cantidad de procesos hormonales tanto a hombres como a mujeres.
La grasa corporal no esencial no se necesita para las funciones vitales, y es la que se localiza, en los hombres mayormente, en el perímetro del abdomen, y en las mujeres vemos que su acumulación es en caderas, piernas, espalda, brazos y abdomen. El cuerpo la utiliza como alimento durante periodos de inanición, pero si la cantidad de grasa no esencial es muy alta puede influir demasiado en la salud, lo cual es resultado de la ingesta de alimentos altos en calorías y la poca o nula actividad física.
Grasa abdominal: esta es la que se acumula en el perímetro del abdomen formando. Esta grasa es subcutánea y estimula la producción de cortisol, que es una hormona lipogénica que transforma la grasa en adipositos. La zona del cuerpo que tiene mayor cantidad de receptores de cortisol es el abdomen.
Grasa visceral: como su nombre lo indica, es el tejido graso que envuelve los órganos internos de nuestro cuerpo como el corazón, el hígado, los riñones y el páncreas, así como los espacios que hay entre los músculos. Su ubicación hace que esta sea más oculta y más difícil de detectar. Se trata de la más peligrosa, porque genera una cantidad de sustancias tóxicas que dan lugar al síndrome metabólico o de resistencia a la insulina y que se encuentra relacionado con las enfermedades metabólicas (hipertensión, diabetes) pero también con otras patologías osteoarticulares o problemas respiratorios.
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