
(EFE). Durante años la ciencia ha subestimado la capacidad de absorción de dióxido de carbono (CO₂) de los ríos. Ahora un nuevo estudio constata que las masas fluviales, especialmente las de zonas áridas, son más aliadas de la lucha contra el cambio climático de lo que se pensaba.
Un estudio con datos a gran escala (procesados con técnicas de inteligencia artificial, IA) de los ríos de Estados Unidos, que recoge este jueves la revista Science, revela que las cuencas fluviales del oeste de EE. UU., generalmente más áridas, absorben más CO₂ del estimado.
Rivers in dry landscapes are absorbing more CO2 than we thought, according to a new @ScienceMagazine paper led by Cary’s Taylor Maavara. The team found that, under certain conditions, rivers can even act as carbon sinks. https://t.co/5OBLbhD54u
— Cary Institute (@caryinstitute) November 6, 2025
El metabolismo hídrico
Una de las mayores incertidumbres en los ríos en torno a su contribución a paliar el calentamiento global es el llamado metabolismo hídrico, es decir, el equilibrio entre la cantidad de CO₂ que absorben, a través de la fotosíntesis, y la que emiten a través de la respiración de las plantas, los animales y los microbios que hay en sus ecosistemas.
Históricamente, los datos de seguimiento del metabolismo de los ríos se han centrado en ríos situados en bosques de zonas templadas del planeta.
Ahora, gracias al procesamiento de grandes cantidades de datos mediante IA, un equipo de investigadores ha llevado a cabo el que, dicen, es el mayor análisis del metabolismo fluvial realizado hasta la fecha, con datos de fotosíntesis y respiración mensuales y anuales de todos los arroyos y ríos de Estados Unidos.
El estudio ha sido dirigido por la investigadora Taylor Maavara, biogeoquímica del Instituto Cary de Investigación de los Ecosistemas, recurriendo a datos del Servicio Geológico de los Estados Unidos.
Los investigadores usaron esos datos para entrenar un algoritmo de aprendizaje automático con el fin de clasificar los factores que impulsan las tasas de fotosíntesis y respiración en los ríos, como la disponibilidad de luz, la temperatura del agua, los nutrientes y la materia orgánica, y los caudales.
Una vez introducidos los datos en ese modelo de IA, los investigadores fueron capaces de estimar las tasas de fotosíntesis y respiración de los tramos fluviales en los que no se habían recopilado datos antes.
Cuanto más áridos, más absorción
Los resultados indican que los ríos absorben mucho más CO₂ de lo que se creía en zonas poco estudiadas, como desiertos, entornos áridos y matorrales, donde hay menos cobertura vegetal que bloquee la luz solar y menos carbono orgánico que se filtre en los arroyos.
En concreto, han visto cómo, aproximadamente, el 25 % de los tramos fluviales del oeste de Estados Unidos absorben más carbono del que emiten anualmente, en comparación con el 11 % de los tramos de ríos situados al este del país, en zonas más boscosas.
Aunque los ríos de Estados Unidos siguen emitiendo más carbono del que absorben, en su conjunto, las nuevas cifras “sugieren que el déficit puede ser mucho menor de lo que se pensaba”, indica Maavara, quien sostiene que estas tendencias pueden aplicarse de forma más amplia a escala global, ya que el 65 % de la superficie terrestre es árida o semiárida.
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“Curiosamente, el cambio climático puede estar convirtiendo los ríos del oeste de Estados Unidos en mejores sumideros de carbono. Con temperaturas más altas y menos precipitaciones, los ríos fluyen más lentamente, lo que permite que la luz solar penetre más en el agua, dando lugar a una mayor fotosíntesis y, por lo tanto, una mayor absorción de carbono”, añade el investigador.
No obstante, si los ríos se secan por completo, este beneficio desaparece y los arroyos pueden convertirse en una gran fuente de emisión de CO₂.
Aunque sigue habiendo mucha incertidumbre a la hora de calcular los presupuestos de carbono de los ríos y arroyos, “este estudio nos acerca varios pasos a reducir la gran brecha en términos de comprensión del ciclo del carbono, lo que a su vez nos ayudará a gestionar y mitigar el CO₂ en la atmósfera”, concluye Maavara.
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