Grandes felinos como el puma y el jaguar, y otros más pequeños como el tigrillo, son algunas de las especies que se encuentran en peligro de extinción en el Oriente Antioqueño como consecuencia de la pérdida de cobertura boscosa, la cacería descontrolada y extensión de la ganadería.
La invasión de los hábitats por parte de los campesinos es una de las razones por las que estos animales, que necesitan grandes áreas de bosque y numerosas presas para sobrevivir, son cazados.
“Esta problemática se genera a raíz de la gran expansión que se ha dado en las zonas rurales de la región, generado por la caza de animales silvestres, lo que causa que los felinos se metan a los potreros a consumir animales domésticos por el desequilibrio del ecosistema local”, expresó Gina Paola Serna Trujillo, médica veterinaria zootecnista del grupo de Bosques y Biodiversidad de Cornare.
Por esta razón, Cornare realizó una investigación en los municipios de San Luis, San Carlos, San Rafael, Granada, Guatapé, El Retiro y el Cañón del Río Claro, con el fin de capacitar a las comunidades rurales en la protección de los felinos.
Tal y como lo indicó la autoridad ambiental, para la obtención de información sobre la presencia de las especies de felinos y en convenio con la Universidad de Antioquia, Cornare realizó siete salidas de campo de 5 a 8 días de duración, durante un plazo de 10 meses.
“Durante el trabajo de campo se obtuvieron 25 registros de las especies de felinos, de estos, 11 corresponden a registros fotográficos obtenidos mediante las 10 cámaras trampa automáticas, 5 a rastros (huellas) y 9 a entrevistas informales con las comunidades”, explicó Cornare.
De esta manera, los expertos identificaron varias prácticas que evitan el conflicto entre felinos y humanos, tales como la implementación de olores fuertes como ajo o cebolla en estacones y el uso de luces, pitos o campanas en la noche, con lo cual se evitan eventuales ataques al ganado.
Según indicó el Instituto Alexander Von Humboldt, “con la ausencia de felinos, los herbívoros, omnívoros y aves podrían aumentar y la presión de consumo de plantas y semillas por estos se verían alteradas, lo que afecta la dinámica de crecimiento y estructura de los bosques”.