¡El poder de las buenas historias!

Para que una película sea exitosa, no sólo se necesita tener una buena historia, sino también tener el poder, el argumento y la creatividad de contarla bien. El público cinéfilo espera cada año a que Hollywood los sorprenda con sus típicas historias de Superhéroes, que no siempre resultan siendo lo que se espera.

  • Pero Damien Chazelle, director de la película  “La ciudad de las estrellas La La Land”, probó  que tomar riesgos da resultados increíbles, un principio básico que Hollywood ha ignorado durante muchos años. Salirse del esquema, de las historias convencionales que muestran al Superhéroe que salva la ciudad y la pareja perfecta y feliz que jamás se separará, es a lo que las industrias del cine han acostumbrado al público durante los últimos años.

    Pero llegó LaLaLand y arrasó en el 2016 en Los Globos de Oro, con un argumento totalmente diferente, mostrando las diversas posibilidades de realizar un buen filme, sin necesidad de excentricidades y millones de dólares invertidos en una producción. Sin duda alguna, son necesarios todos estos elementos, pero definitivamente contar la historia de dos personas comunes, con sueños, miedos y anhelos de entrar a la industria del cine y la música, fue el detonante del éxito y la aceptación de esta historia en el mundo.

    El relato de una mujer que aspira a ser actriz, como muchas que viven en Los Ángeles y están en busca del sueño hollywoodiense, y un joven pianista que vive de las actuaciones de segunda que le salen por casualidad, pero que aspira a tener su propio club de jazz; son muchos de los sueños comunes con los que cualquier persona se encontraría.

    Pero la clave y el poder de esta película definitivamente es su forma creativa de reflejar la calidad técnica, argumental y poética en una producción, que además de atraer a la audiencia con su encanto único, también refleja las realidades de un mundo que perfectamente podría vivir lo que se muestra en la pantalla.

    Para crear buenas historias, se necesita de un conocimiento completo del público, de las necesidades y también del convencimiento con el que la audiencia ve las películas, deseando que los inspiren a soñar, a pensar y analizar las historias desde un aspecto real, porque es el cinéfilo el que decide si creer o no en esta historia.

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