El imponente frontis de la parroquia San Julián, en Argelia, elaborado con piedra de granito rústico y calicanto, más que el rostro de una imponente obra de ingeniería y arquitectura -que fue declarada iglesia en agosto de 1918, gracias a la mediación de monseñor Manuel José Caicedo- es el rostro de la compañía que durante cien años han tenido los argelinos.
La construcción del templo que se llevó a cabo entre 1903 y 1935, cuando se pulieron sus últimos detalles, es, cien años después, el centro del pueblo. Samuel Martínez, párroco número 36 de la iglesia San Julián, manifiesta que en este primer centenario el templo ha llevado el timón del vida rural y urbana en Argelia.
Pero estas afirmaciones se sustentan en hechos que les dan vida: a la fecha, San Julián atiende 52 veredas, a las que en su mayoría solo se llega a lomo de mula. Guadualito, por ejemplo, está a diez horas del casco urbano de Argelia y hasta allí llega la parroquia dos veces al año para evangelizar a la comunidad.
El hospital San Julián y el Centro de Bienestar del Anciano del municipio, también fueron iniciativas que tuvieron su génesis en las manos de diferentes sacerdotes que han pasado por el templo. De igual manera, el padre Mario Ángel, junto a las hermanas Carmelitas, sentaron las bases de la educación en los argelinos.
El desarrollo vial y la llegada de la electricidad a la localidad fue el objetivo de uno de los 36 párrocos que han liderado la labor evangelizadora en el pueblo. “El desarrollo de Argelia, un pueblo campesino y de fe, ha tenido que ver ineludiblemente con la presencia de la iglesia en el pueblo. Obviamente de la mano de las instituciones”, agrega Martínez.
Pero más allá de los logros visibles, San Julián ha estado “al pie del cañón, literalmente, en los peores momentos”, menciona el párroco Samuel al recordar que, en la época más cruda y sangrienta de la violencia en el Oriente, cuando Argelia fue blanco militar de la guerrilla y los paramilitares, “ningún sacerdote abandonó el municipio, aun cuando el mandatario local se vio obligado a gobernar desde Medellín por seguridad, quedaron aquí, con la gente”.
Una vez pasadas las páginas sangrientas, la parroquia lidera iniciativas pensadas para el desarrollo de los argelinos:
- “A más reciclaje más mercado”, una iniciativa dirigida por la hermana Gilma Montoya en la que reciclan cerca de 140 personas, a quienes por reciclaje se les entregan bonos que pueden redimir en elementos básicos de la canasta familiar.
- Construcción de viviendas como obras sociales para familias en extrema pobreza y mejoramientos de viviendas.
- Misiones urbanas y rurales.
- Restauración del templo.
En sus primeros cien años, la parroquia se ubica como el centro de vida espiritual y comunitaria, que unido a las instituciones, comandan un pueblo campesino y de fe. ¡Felicidades!