Bogotá, 29 ago (EFE).- Durante más de tres décadas como periodista, Vicky Dávila desafió al poder en Colombia. Hoy es ella quien ocupa los titulares al declararse en misión de «rescatar» a su país del proyecto político de Gustavo Petro, que califica de «destructivo».
«Nunca en mi vida pensé ir a buscar la Presidencia», explica en una entrevista con EFE la ahora precandidata del Movimiento Valientes, recién lanzado y en plena recolección de firmas para las elecciones de mayo de 2026.
Desde allí, Dávila, de 52 años, busca suceder al primer gobierno de izquierda en Colombia, movida, según dice, por una «obligación moral» al considerar que el país está «por primera vez en riesgo».
«Siempre habíamos vivido bajo una amenaza criminal externa e interna, pero ahora Petro es la amenaza, su proyecto político destructivo», afirma la exdirectora de la revista Semana, desde donde destapó escándalos que rozan al hijo del presidente, Nicolás Petro, y varios de sus ministros.
A quienes cuestionan sus aspiraciones presidenciales por no tener experiencia en gestión pública, responde sin dudar: «Esa formación de estar siempre buscando la verdad, de enfrentar a los poderosos y de luchar contra la corrupción es maravillosa para un gobernante».
«Aprendí desde el periodismo exactamente lo que no hay que hacer en política», remata.
Una «revolución de oportunidades»
Aunque su enemistad con la izquierda es ya conocida, Dávila evita encasillarse: «No estoy aquí para representar como tal una ideología. Estoy al lado del ciudadano de a pie, del taxista, de la señora que tiene que ir a hacer aseo», dice, recordando que ella misma es una «mujer común y corriente», nacida en una familia «muy pobre, sin plata ni apellido».
«Pude romper todas esas barreras que nos impone nacer pobres con esfuerzo, con trabajo y con muchas oportunidades», cuenta, convencida de que un eventual gobierno suyo sería «una revolución de oportunidades».
Entre sus propuestas destaca un subsidio y un crédito —no gratis, subraya— para que jóvenes y familias de bajos recursos puedan tener casa propia y emprender, campañas educativas «para que los muchachos no se metan a las drogas» y apoyos a campesinos cocaleros para que cultiven alternativas «legales».
Fin de la «paz total»
Dávila también promete un gobierno de «firmeza y determinación para enfrentar a los bandidos». Asegura que, en su primer día en la Casa de Nariño, acabaría con la «paz total» de Petro, hoy estancada en negociaciones fallidas con los grupos armados.
En su lugar, propone recuperar la autoridad del Estado, «sin abusos pero sin complejos», y su receta es clara: capturar criminales y extraditarlos a Estados Unidos.
«A mí sí me gusta la extradición. Y me gusta mucho», recalca, al señalar a Estados Unidos como aliado clave en la lucha contra los grupos ilegales y el narcotráfico, junto con el Reino Unido e Israel.
Con este último, añade, restablecería relaciones diplomáticas desde el día uno y reabriría la embajada en Tel Aviv que cerró Petro como forma de protesta por la guerra en Gaza.
También plantea crear un consejo asesor de oficiales retirados para «guiar a la fuerza pública», lanzar jugosas recompensas ciudadanas y usar la inteligencia artificial.
IA para optimizar el Estado
La inteligencia artificial también aparece en su plan para sanear las asfixiadas finanzas públicas colombianas.
«Me gusta mucho el tema de la inteligencia artificial para optimizar el Estado. En todos los sentidos, es increíble: se optimiza el gasto, se mejoran los diagnósticos médicos, se acaban los desperdicios», comenta Dávila, adelantando que estudia fusionar ministerios para reducir costos.
En lo económico también promete «recuperar la confianza inversionista» con estabilidad jurídica, y «seguro aquí hay que decretar una emergencia económica para poder hacer todo esto», dice.
Además, su apuesta pasa por reactivar un sector extractivo que considera marchitado: «Vamos a explorar más petróleo, hacer fracking, buscar gas, carbón, impulsar la minería legal», asegura.
Sueño o propósito
La carrera presidencial en Colombia apenas empieza y Dávila reconoce que no sabe si sola como independiente alcanzará la meta. «Eso es lo que sueño y en eso estoy», dice, aunque admite que la aritmética electoral podría empujarla a formar una coalición.
«El propósito no es que Vicky sea presidenta», sino que el proyecto de Petro se vaya del poder, afirma la precandidata, quien no esconde su simpatía por el expresidente Álvaro Uribe (2002-2010), fundador y líder del partido de derecha Centro Democrático.
Eso sí, advierte que no pactaría «con la corrupción ni con criminales», porque es lo que ha denunciado toda su vida.
Y si no resulta, asegura que tampoco teme regresar al periodismo sin comprometer su profesionalidad, aún después de los respaldos políticos y económicos que trae una carrera presidencial: «No tengo ese miedo. Si uno hace las cosas bien, de manera transparente, ¿cuál es el pecado?».
Carla Samon Ros
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