El próximo lunes 26 de septiembre, el sargento (r) de la Policía, Gilberto Ávila Llano, accederá a la muerte por eutanasia, convirtiéndose en el tercer colombiano que muere por esa vía sin estar diagnosticado oficialmente como paciente terminal.
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Ávila Llano asegura que hace 17 años está batallando para que la Policía Nacional le reconozca los gastos para el tratamiento de su enfermedad, parkinson juvenil, la cual —dice— contrajo a raíz del glifosato, pues pertenecía a la Unidad Antinarcóticos.
Aunque la Policía nunca reconoció su solicitud, un juez avaló que el exuniformado acceda a la eutanasia para que muera dignamente el próximo lunes en un procedimiento que se llevará a cabo en el departamento de Quindío.
Según su denuncia, de los 25 policías que integraban la compañía a la que pertenecía, cinco se enfermaron de parkinson a raíz del uso del herbicida.
Si el glifosato fuera inofensivo para la vida y salud no estaría prohibido en varios países. Lo obtenido con las fumigaciones son victorias pírricas, ya que no se ha logrado reducir la cantidad de hectáreas cultivadas
dijo el paciente.
El caso del expolicía se sumará al de Víctor Escobar, paciente no terminal que recibió la eutanasia tras padecer enfermedad pulmonar obstructiva EPOC, hipertensión, y sufrir dos accidentes cerebrovasculares; y al de Martha Sepúlveda, paciente antioqueña que sufría esclerosis lateral amiotrófica.