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Una realidad de mil movimientos: la vida

  • Hace poco tuve entre las manos un texto de Homero, que leí hace algunos años, la Odisea. Paseándome de nuevo por sus páginas recordé y reflexioné sobre varios elementos que quiero compartir con ustedes.

    Odiseo o Ulises, como protagonista de esta obra clásica es denominado como el hombre de los mil agites, de los mil movimientos. Esto le da una característica a la vida misma, toda vida está compuesta de mil movimientos, que pueden ser, biológicos, emocionales, intelectuales, laborales, afectivos, sociales etc., ninguna vida es monolítica, es siempre una vida en relación y movimiento continuo. Aristóteles, el gran filósofo griego, llegó a definirla como un movimiento inmanente (algo que viene de dentro) de autoperfección, es decir, es un movimiento que lleva continuamente a cada ser al crecimiento en todos los campos. Pero esos múltiples movimientos de la vida tienen que estar vehiculados por una meta, por un horizonte, por un ideal. Lo que llevaba a Ulises a moverse y a luchar era el deseo de regresar a Ítaca, lugar donde le aguardaban su esposa Penélope y su hijo Telémaco. Los movimientos de Ulises estaban orientados a ese gran ideal. Si no se tienen ideales, la vida no se mueve y puede tender a quedarse prisionera en el presente o a tomar rumbos que no le lleven a ninguna parte.

    En la obra de Lewis Carroll: Alicia en el País de las maravillas, se hizo célebre el diálogo entre la protagonista y el conejo, donde Alicia pregunta acerca del camino correcto que debe tomar y el conejo le contesta que la elección del camino depende de hacia dónde quiere dirigirse. Alicia le dice al conejo que no va hacia un lugar determinado y el conejo le contesta: si no sabes a dónde vas, entonces es indiferente el camino que tomes. Los ideales generan tensión desde el futuro y ayudan a caminar, de la misma manera que Ítaca atraía los esfuerzos de Ulises.Todos necesitamos inspiración para caminar, realidades que nos atraigan y generen rumbos que puedan dotar de sentido la vida. No podemos dejar de buscar y en esa búsqueda hemos de reconocer que el sentido de la vida no es lo encontrado sino lo buscado. Constantinos Kavafis en su poema ítaca así lo expresa:Ten siempre en tu menta a Ítaca.La llegada allí es tu destino,Pero no apresures tu viaje en absoluto.Mejor que dure muchos años,Y ya anciano recales en la Isla,Rico con cuanto ganaste en el camino,Sin esperar que te de riquezas Ítaca.

     

    Daniel Pérez Valencia
    Coordinador de Humanismos UCO

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