El proyecto nació en abril de 2022 en las aulas de la UdeA Seccional Oriente y se realiza a través de un convenio de cooperación entre la universidad y la Asociación de Artesanos Productores de Loza (Aproloza), con el apoyo del Centro de Extensión Académica de la Facultad de Ingeniería.
A partir de allí, estudiantes, profesores e investigadores de Ingeniería Energética le han dado una utilidad social a las ideas y saberes que se discuten en clases. Precisamente, Herencias y Esmaltarte, ubicadas en El Carmen de Viboral, son las locerías que se han convertido en sus laboratorios.
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Los estudiantes Juan José Pérez, Víctor Manuel López, Mariana Alzate, Daniel Ricardo Cárdenas, Nicolás Gallego, David Jaraba y Camilo Mejía, y el profesor Alejandro Jaramillo Arango, son quienes hacen parte de este proyecto.
Ellos concluyeron que el calor que se invierte en la creación de utensilios cerámicos puede ser reutilizado, beneficiando económica y sosteniblemente a las empresas.
El ejercicio minucioso de detallar los procesos que se dan en los hornos de las locerías les ha permitido diagnosticar cómo las industrias pueden recuperar la energía que se pierde en los sistemas de combustión. “Lo que estamos viendo es que parte del calor que se invierte en los hornos en los que queman los bizcochos, es decir, los moldes o formas de las piezas, puede recuperarse para ser utilizado en el secado, que se hace artesanalmente en repisas en las que reposan las lozas esperando que el ambiente haga lo suyo. Con esto, se incrementaría la capacidad de producción de las empresas”, explicó el profesor Alejandro Jaramillo Arango, coordinador del proyecto.
Cabe recordar que la tradición ceramista de El Carmen de Viboral fue declarada Patrimonio Inmaterial de la Nación en septiembre de 2020, por lo que en este proyecto convergen los saberes científicos, la cultura y el arte, haciendo que la ingeniería sea una vía de desarrollo sostenible para los artesanos.
El proceso duraba 12 horas pero llegamos con esta propuesta y los artesanos nos dijeron que redujeron el proceso, el tiempo en cocción de sus lozas
contó Mariana Alzate, estudiante de Ingeniería Energética e integrante del proyecto.
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En el termómetro interno del horno, a medida que pasa el tiempo, se observa cómo sube la temperatura. A medida que esta sube, con instrumentos de medición del calor, los estudiantes hacen mediciones en determinados intervalos de tiempo para evaluar el comportamiento térmico y, al final, recoger información.
“Todas las variables que aborda el proyecto hacen que se puedan generar ahorros a futuro, y esto se traduce en un beneficio para la productividad y el dinero, en cuanto a las ganancias”, concluyó el profesor Alejandro Jaramillo Arango.