A Juancho, cuya hoja de vida dice que es librero,
un diploma lo acredita como filósofo,
pero a quien su corazón lo delata como poeta.
Gracias por este libro y por la poesía, compadre.
Por Yenverson Londoño, estudiante de Derecho de la Universidad de Antioquia
Nos movemos en el tiempo y en el espacio. Esa realidad nos condena a una manera de ser en el mundo y es precisamente la característica de infinitud de esas categorías lo que nos recuerda la finitud, lo efímero y lo momentáneo de la existencia. Desde el insecto pterigoto que solo vive (¿?) unas cuantas horas, hasta la carpa koi, un pecezuelo que puede llegar a vivir más de doscientos años, a todos nos circunda la precariedad de la existencia. Una nada o una otra cosa están antes y después de este periplo que llamamos vida y de esa nada o esa otra cosa no tendríamos idea alguna sin el gesto, noble y azaroso, de los poetas, aquellos que como a Jattin “les crecen árboles en la boca con raíces enredadas en el cielo”.
Si es cierto que “el poeta nos representa ante el mundo con su sensibilidad dolorosa como un parto”, este libro es una provocación y no puede ser más que un abrebocas de ese bosque que le crecía a Gómez Jattin en la boca. Sin embargo, se hallan aquí los tintes de la fauna más espesa y crepitante de ese poeta que “tiró todos sus libros a la calle”, detrás de los que también se lanzó él como un libro inacabado.
La poesía es lo único que nos pertenece. Esto nos lo recordó García Márquez en su discurso de aceptación del Nobel: “es por eso que invito a todos ustedes a brindar por lo que un gran poeta de nuestras Américas, Luis Cardoza y Aragón, ha definido como la única prueba concreta de la existencia del hombre: la poesía”.
Entre el llanto, la risa, la sorpresa, la desilusión, la esperanza y lo fatal, la poesía de Gómez Jattin nos permite cruzar puentes posibles entre la existencia y la nada -o esa otra cosa-, no para llegar al otro extremo sino para quedarnos en la mitad del puente contemplando lo indecible:
Los habitantes de mi aldea
dicen que soy un hombre
despreciable y peligroso
y no andan muy equivocados
Despreciable y peligroso
eso ha hecho de mí la poesía y el amo
Señores habitantes
tranquilos
que sólo a mí
suelo hacer daño.
(Conjuro, Raúl Gómez Jattin).
Raúl Gómez Jattin: nació en Cartagena el 31 de mayo de 1945. Su infancia transcurrió en Cereté, una pequeña población de la costa atlántica colombiana. Es autor de los libros Poemas (1980), Retratos (1986), Amanecer en el Valle del Sinú (1983 – 1986), Del amor (1982 – 1987), Hijos del tiempo (1989) y Esplendor de la mariposa (1993), entre otros. Su obra literaria empezó a ser conocida y celebrada dentro y fuera del país después de 1980. Murió el 23 de mayo de 1997.
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