La sonrisa es una respuesta humana que manifiesta alegría y regocijo, pero no sólo es una expresión emocional, es un acto intencionado que se dirige a un objeto, o sea que tiene un fin; a la vez que ayuda a mejorar la comprensión de una realidad, ya que las cosas no siempre son lo que parecen. Peter Berger expresa que “la risa como actitud positiva, derrumba la realidad que se da por sentada, develando su fragilidad y dejando libre la mente para contemplar el mundo con ojos nuevos; el objetivo es la deconstrucción de la realidad para acceder a una nueva comprensión”.
Sonreír es natural, de hecho, el bebé adquiere la condición de persona cuando empieza a reír, sentenció Aristóteles; un bebé a las 36 horas de nacido puede ofrecer una sonrisa a sus padres. Los niños están mucho más dispuestos a reírse que los adultos, un pequeño se ríe un promedio de 300 veces al día, mientras que un adulto lo hace entre 15 y 100 veces.
El rasgo de expresión por excelencia de la alegría auténtica es la sonrisa, la cual, generalmente, va acompañada por paz interior, estabilidad y amor. En esta se dan cita el ingenio, la alegría y el gozo en su lucha contra el tedio; es el instrumento que sirve para desmontar la rutina de lo establecido, encontrando el encanto de las cosas, disfrutando al contemplar un hecho de una manera distinta.
Por su carácter contagioso, la sonrisa facilita situaciones socialmente incómodas y tiene un poder comunicativo. Se puede decir que además de ser una expresión del rostro, tiene una influencia en lo psicológico, en lo fisiológico y en lo social; ya que implica siempre una interacción con el otro, y según el grupo, el contexto y la cultura se evalúan ciertas situaciones como graciosas o que provocan risa.
No en vano, una de las actitudes principales que aprende una reina de belleza es a sonreír, esta es la línea más corta para cautivar la empatía y el agrado de los demás; en lugares como Walt Disney, a los empleados se les entrena para que sonrían todo el tiempo, así los visitantes se encuentran en medio de un entorno que los dispone para disfrutar mejor.
Aún en las relaciones afectivas, se ha comprobado que las mujeres prefieren a los hombres que las hagan reír; el psicólogo neoyorkino John Gottman experto en el tema, ha comprobado a través de diferentes investigaciones que tener buen humor, se asocian con una mayor capacidad para la resolución de conflictos, incrementa el deseo y ayuda al disfrute de la vida en pareja.
La invitación es a que recordemos que a pesar de los problemas no se puede dejar de sonreír; la persona autorrealizada para el psicólogo Abraham Maslow es aquella que ve el lado bueno de las cosas, trasciende las circunstancias y sobre todo sabe reírse de sí misma. ¡Fuiste hecho para ser feliz, demuestra que lo estás logrando!