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La enseñanza de Urán: pedalear cuesta arriba

  • Días atrás, viendo todo el furor generado por la excelente participación de Rigoberto Urán en el Tour de Francia 2017, pensaba en todo lo que representa este ciudadano de a pie, un hombre hecho a pulso y que supo superar la adversidad, aun cuando ya casi nadie daba un peso por él.

    Antaño era muy común un refrán que reza así: “en la mesa y en el juego se conoce al caballero”, y esto tiene mucho de cierto; no es coincidencia que los colombianos en este tipo de competencias sobresalgan como los mejores escaladores, representando el carácter luchador de esta raza que a lo largo de la historia ha tenido que superar y sobreponerse a las adversidades de la naturaleza, la economía, la guerra y a las circunstancias difíciles que le ha tocado vivir.

  • Según el filósofo Ortega y Gasset, “yo soy yo y mis circunstancias”, pero no podemos caer en ese determinismo y fatalismo existencial de pensar que estamos determinados y que no hay nada qué hacer. El reto personal es que cada quién, según sus capacidades, dé lo mejor y trate de ser una excelente versión de sí mismo, aun en el contexto más difícil.

    Rigoberto representa a las personas que con empuje, berraquera y alegría, superan las adversidades y conquistan el mundo demostrando que las barreras principalmente existen en la mente. Proveniente de una familia humilde, Rigoberto aprendió desde pequeño que todo en la vida cuesta, y que para sobrevivir debía ser creativo. Él no se instaló en la queja habitual sobre la falta de oportunidades o maldijo la vida al perder a su padre por causa de la violencia.

    Este antioqueño nos da una enseñanza de vida al mostrarnos que la humildad y la alegría son las dos mejores herramientas para estar en el mundo y afrontar la vida. Humildad para reconocer que nadie es más que nadie, a la vez que es una cualidad de almas grandes, y alegría para disfrutar cada momento, sonreír como señal de regocijo y de que vale la pena vivir.

    El padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, decía: “soy afortunado en la vida, nada me ha sido fácil”; por eso bienaventurados aquellos que nos hemos hecho a pulso y hemos pedaleado por la vida cuesta arriba, ya que así es como se fragua el espíritu, se fortalece la voluntad y se aprende a valorar lo conquistado.

    Pedalear cuesta arriba es trascender las circunstancias y lograr lo imposible, a la vez que comprender que los triunfos están hechos a punta de sacrificios. Quiero resaltar hoy, valiéndome de Urán, el esfuerzo de todas esas personas a quienes les ha tocado una vida dura, llena de contrariedades y dificultades, pero que con amor, esperanza y fe han sabido sortear cada situación y han conseguido lo que parecía imposible.

    Aplaudo a aquellas personas que con algún tipo de dificultad física o enfermedad, resurgen; elogio a aquellas madres que sacan a sus hijos adelante, exalto a los padres que acompañan y forman buenas personas, honro a todos esos emprendedores que trabajan por sacar el país adelante, y felicito a los que se comprenden como escaladores de una vida hecha por etapas y que premia solo a quienes combaten hasta el final.

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