La dificultad para acceder a vivienda propia es una realidad que muchos de nosotros
venimos percibiendo en los últimos años en el Oriente antioqueño. La alta demanda
viene generando un alza desmesurada en el costo de la propiedad raíz para vivienda
debido a la valorización de la tierra y a los altos costos de la construcción, y esto nos
obliga, como dice la canción popular, a tener que contentarnos con seguir
construyendo nuestra “casa en el aire.”


Esta demanda de propiedades proviene de personas que viven en el Valle de Aburrá,
donde es mayor el poder adquisitivo, y lo preocupante es que cada nueva generación
padece más que la anterior y le cuesta más dinero adquirir vivienda propia.


  • El pago de alquiler que representa únicamente gasto y no inversión, reduce nuestra
    capacidad financiera y no nos permite ahorrar para comprar de contado una vivienda
    o para cubrir la cuota inicial de una casa. Este círculo vicioso que nos lleva siempre a
    ser “generaciones destechadas”, se da fundamentalmente por una inestabilidad
    laboral permanente, por la precariedad del salario que ganan los empleados y por una
    economía voraz que cada vez absorbe más nuestros recursos.

    Estos son los elementos básicos que hacen que una generación vea cada vez más lejos la
    posibilidad de ser propietario de la casa de sus sueños.


    Esta cruda realidad no se da solamente en el Oriente antioqueño. También se
    presenta en el resto del país, donde el valor de la propiedad y el costo de construcción
    crecen así mismo de manera exponencial, superando por mucho los salarios de los
    jóvenes colombianos.

    Esta situación se convierte en una problemática de carácter
    social y económico, que proviene de la dificultad para acumular riqueza y obtener un
    seguro para la vejez.


    ¿Hacia dónde nos llevarán las nuevas dinámicas inmobiliarias? ¿Nos veremos
    obligados a desplazarnos hacia territorios más lejanos para poder comprar? Y los que
    corren con suerte y ahorran para la cuota inicial de su casa, ¿se verán obligados a
    pagar una deuda durante 20 años con interés altísimo, con una tasa de usura de
    45.27 % efectivo anual (la más alta de la historia)? ¿Es conveniente esperar, para
    analizar si el interés baja? ¿La vivienda seguirá subiendo de precio sin regulación
    alguna?


    ¿Debería el Estado aportar normatividad y recursos para que el acceso a una vivienda
    propia sea un derecho fundamental como lo son la salud, la educación y el mínimo
    vital?


    Aportes en el próximo artículo.
    Por Alejandra Tobón Ramírez,
    Profesional en Desarrollo Territorial UDEA
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