Llama la atención que Sneyder Quiceno Marín (8073 votos), el nuevo alcalde de Guarne, haya ganado con tanta diferencia (más de dos mil votos) sobre su contendor Santiago Ospina. A lo mejor se creía que la contienda estaría más cerrada o que el ganador sería el heredero del actual mandatario. Pero no.
El triunfo de Quiceno Marín y la contienda política que pasó trajo, entre otras cosas, algo positivo consigo: en el tarjetón no estaban los mismos de siempre, empezando por el actual mandatario Luis Eduardo Ochoa ‘Cachaco’, ni el ‘insobornable’ Mauricio Montoya, ni el cuestionado Alfredo Naranjo ni el siempre segundo Carlos Zuleta.
Durante su campaña Quiceno Marín habló reiteradamente de cambio, de transformación y de toda esa suma de palabras grandilocuentes que por manoseadas ya no nos dicen nada.
Algo tiene de cierto: Guarne necesitaba un cambio. La pléyade política de los últimos doce años –encabezada por Luis Eduardo Ochoa y Mauricio Montoya- se caracterizó por su opacidad; la política y el ejercicio del poder a favor de los intereses personales y de sus allegados. La casa en el aire que es la urbanización en La Brizuela, el elefante blanco en el que se convirtió la sede alterna del colegio Santo Tomás de Aquino y la llamativa pavimentación de vías municipales y veredales que, como se evidenció, le sirvió al alcalde para llevar alumbrado público y rieles a su propiedad con recursos públicos, son ejemplos tangibles.
En el seno de la campaña de Santiago Ospina, el perdedor, manifestaron una y otra vez que una cosa era Luis Eduardo Ochoa, Cachaco, y otra él. Que no podían cargarle al candidato los errores de sus antecesores. Y cierto, son distintos, personas, digo, pero era la seguidilla de lo mismo, de los contratistas de siempre y del grupo de personas que chupó cuanto pudo del Estado aprovechando su cercanía con el alcalde del momento.
Quiceno Marín, por su lado, también evitó un debate importante con los medios de comunicación. Afirmó por teléfono a un periodista que tenía otras prioridades. ¿Cuáles son sus prioridades? Huir de los medios, del debate, del cruce de ideas, no puede ser una opción.
Escapar a la confrontación no es solo un mal síntoma de las prácticas que continuaría como alcalde, sino que es una sensación desagradable porque se aleja del diálogo, de las posiciones distintas. Esta no puede ser la política. ¿Y ahora como alcalde también habrá otras prioridades por encima de explicar a la opinión pública cuáles son sus pasos?
¡Queda tanto por preguntarse ahora! Ambos candidatos se especializaron en hacer marranadas, uno más que otro, en hacer rifas, regalar licor, comida y desbordarse en fiestas. Alimentaron el asistencialismo de siempre, la forma de hacer política de los antecesores. Especialistas en sumar favores.
También vale preguntarse quiénes financiaron las campañas, si sabremos el nombre de las personas que estuvieron detrás de su historia en los últimos meses, si algún día se descubre cuáles fueron los candidatos que promovieron la trashumancia de miles de personas: ¿cuál candidato a la alcaldía, al concejo, a la gobernación sería el beneficiario? ¿Cuáles?
De las 2982 cédulas inscritas, 1604 fueron excluidas (resoluciones 1987). Lastimosamente la judicialización por este tipo de delitos se queda corta y, a lo mejor, no sepamos quiénes recurrieron a prácticas non sanctas para administrar los recursos públicos del municipio.
Que el discurso de cambio no sea el cambio de nombre del mandatario ni del partido en el poder. Habrá que ver con quién se rodea Quiceno Marín, si lo suyo es un cambio real que deje atrás la corrupción y la sospecha en la clase política de turno. Hay una gran diferencia entre el cambio de las transformaciones sociales y el cambio de las palabras grandilocuentes.
Habrá que ver.
Adenda: Con la nueva administración esperamos se analice la relación de la Alcaldía con los medios de comunicación: ¿exigirán que se queden callados y cómplices los que reciben pauta oficial? ¿Seguirá el comunicador de siempre –que ojo, hay que revisar su título y sus competencias para el cargo?
* Juan Camilo Gallego Castro (@jcamilogallego) es autor del libro Con el miedo esculpido en la piel. Crónicas de la violencia en el corregimiento La Danta, proyecto ganador en crónica de la Primera Convocatoria de Estímulo al Talento Creativo-Antioquia 2012. También es periodista, especialista en derechos humanos y derecho internacional humanitario de la Universidad de Antioquia y estudiante de la maestría en Ciencia Política del mismo centro universitario.