Un reciente estudio realizado por el Instituto Humboldt, entidad que desarrolla investigaciones de carácter ambiental en Colombia, revela datos sobre los efectos de la pólvora en las aves.
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Los artefactos pirotécnicos suelen utilizarse durante estas fechas navideñas, pero muchos se olvidan de la afectación que causan sobre la fauna y el medio ambiente; eso, sin mencionar los casos de quemados. Para este jueves 16 de diciembre, en el departamento de Antioquia ya se registraban 37 personas lesionadas por pólvora.
El estudio del Instituto Humboldt indica que "Las aves reaccionan a distintos estímulos, tanto visuales como auditivos. Tienen la capacidad de detectar la aproximación de una tormenta meteorológica, debido a la caída de la presión del aire y a otras señales que les sirven para prepararse y resguardarse. Sin embargo, algo distinto ocurre con las fuertes explosiones y sonidos potentes e inesperados, ya que los estímulos visuales y acústicos que la pólvora produce en las aves, y en otras especies, genera fuertes reacciones, como el aumento del ritmo cardíaco y respiratorio, que terminan en infartos causando la muerte debido al pánico generado”.
El Instituto plantea que al accionar este tipo de artefactos de pirotecnia, las aves entran en pánico, lo que les genera desorientación y hasta pérdida de su capacidad visual, por lo que quedan en mayor riesgo de colisionar contra obstáculos como casas, edificios, torres, árboles, etc., situación que en muchas ocasiones les produce la muerte.
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Ante esta clase de estallidos, las aves también perderían su tiempo de descanso y alimentación, de manera que se podría causar implicaciones en su rendimiento reproductivo, según señala el estudio.
Así mismo, de acuerdo con una publicación de El Colombiano, la investigación del Instituto Humboldt cita estudios realizados en Europa, donde a través del uso de un radar meteorológico se logró cuantificar la reacción de las aves frente a los fuegos artificiales -en tres años consecutivos- durante el año nuevo.
“Se identificó, además, que las aves volaron a alturas mayores (hasta 500 metros) de las que usualmente hacen en sus recorridos normales. Por último, las densidades más altas se observaron en pastizales y humedales, incluyendo sitios dedicados a la conservación, donde miles de aves acuáticas descansan y se alimentan”, concluye el documento.
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