Enciendes el computador con el firme propósito de realizar un escrito en Word para el trabajo o la universidad, pero no sin antes revisar el Facebook, ver imágenes de amigos en Instagram, echar un vistazo a los correos recibidos, chatear por Messenger, escuchar canciones en YouTube, hablar por Skype, y cuando te das cuenta es demasiado tarde y es hora de ir a dormir. Entonces piensas con cierto aire de consolación: ¡está bien! Mañana lo haré.
Este es el reflejo de una cultura posmoderna, donde lo más común es la dispersión; pues ante la sobre oferta de estímulos sensoriales, los sentidos entran en colapso y así la mente queda en shock. Al parecer, según los adultos, hoy en día todos los niños son hiperactivos. ¿Cómo no serlo en medio de una estructura de hogar en la que los padres no comparten con sus hijos, no están presentes, y más aún cuando lo único que ellos quieren es un poco de atención?
Los jóvenes, conocen demasiado sobre video juegos y series de televisión, ya han recorrido todos los canales de la TV y creen que por la tecnología conocen de sobra el mundo. Sin embargo, tristemente saben muy poco sobre sí mismos. Luego vienen los universitarios, quienes al verse inmersos en una sobre saturación de información, tienen un mar de conocimientos, pero con un centímetro de profundidad.
Según Antonio Elizalde, docente de la Universidad Bolivariana en Chile, los adultos tienen tantas ocupaciones para sobrevivir y tantas necesidades creadas, que viven estresados y angustiados añorando la llegada del viernes, las vacaciones o la navidad, viviendo una vida sin vida.
Pero esta no es una nota pesimista y desalentadora. Por el contrario, pretende ser una reflexión que lleve a una mayor conciencia y a un cambio de actitud en aquellas personas que se encuentran muy ocupadas mientras se les va la vida. La tristeza, la angustia que inunda a muchas personas de nuestro contexto, es el resultado de no estar presentes, de no poder contemplar cada día, cada momento, cada instante como si fuera el último.
Quizás sea el momento de que te preguntes, como Alicia en el país de las maravillas, si quieres seguir dormido o si quieres despertar. Propongo que abras los ojos y vislumbres lo hermosa que es la vida cuando te enfocas en lo que estás viviendo. Cuando abrazas cada momento y cuando luchas por no seguir formando parte de un sistema que automatiza y absorbe vida; recuerda esa expresión que dice: “No es que nunca pase nada, descubre que cada instante es un regalo maravilloso”.
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