El micro, llamado técnicamente fútbol de salón, es especial cuando se juega con amor propio y sin guardar nada para después, solo por conseguir un único propósito. En Cocorná le dicen la gloria eterna. Y quienes conquistan esa gloria tendrán el respeto y el agradecimiento por siempre.

Por: Carlos Mario Palacio, comunicador social.

  • La estrategia en este deporte en particular juega un papel importante, pero el barrio y lo popular son aspectos que terminan marcando la diferencia frente al contrincante. Así se vio en Itagüí, sede de la versión 45° de los Juegos Departamentales, donde Cocorná, representante del Oriente Antioqueño, el pasado 16 de diciembre, se llevó el título a casa por primera vez en su historia y marcó superioridad frente a equipos de gran jerarquía como Envigado e Itagüí.

    El equipo, un grupo cuyos miembros vienen jugando juntos desde pequeños, lo conformaron, entre otros jugadores, tres jóvenes que se hicieron a pulso; que vinieron desde abajo, de barrios y familias de escasos recursos; que chutaron su primer balón a pies descalzos en una cancha ruda y asfaltada, llamada Parque Infantil, donde a cada rato el balón se iba entre una malla rota y paraba finalmente en una cañada misteriosa, justo al lado de una quebradita y un pastizal.

    Emerson Agudelo, uno de ellos y quien se destacó en el torneo por sus cinco anotaciones, creció en una familia numerosa de escasos recursos y en un barrio humilde conocido como El Hueco.

    “Cuando estaba pequeño me volaba de la escuela en la última clase para ir a jugar algunas veces con mis amigos y otras veces solo. Jugaba desde la 1 o 2 de la tarde hasta por la noche, con un balón pequeño que ni siquiera tenía las medidas adecuadas para jugar fútbol de salón”, recuerda Agudelo una de las anécdotas que más lo marcaron en sus inicios.

    Su historia es la misma de cientos de miles de niños que sueñan con llegar al fútbol profesional y poder así sacar adelante a su familia, que nunca deja de creer en ellos aunque el sueño parezca apagarse lentamente por la falta de oportunidades y apoyo.

    Emerson tiene 21 años, pero un carácter en la cancha de más años. La experiencia de haber jugado este año en la liga profesional de fútbol de salón, con el equipo de Seres de San Francisco, se notó todo el tiempo en el coliseo el Cubo de Itagüí. Su intensidad e inteligencia al momento de marcar, sumadas a la agilidad cuando sostenía el balón, fueron sus mayores virtudes. Pero él, sin sus compañeros y compacto equipo, poco hubiera hecho para alcanzar la tan anhelada hazaña.

    Kevin Villegas, otro de los buenos jugadores de Cocorná, que también hizo parte de equipos profesionales, que fue campeón con la selección Antioquia en el torneo nacional; el capitán indiscutible y líder de la saga defensiva, se forjó desde abajo, por fortuna cerca de una placa polideportiva que en ese tiempo no contaba con cubierta y cuyo suelo era rudimentario.

    En ese tiempo solo tenía dos pares de tenis; los de estudiar y lo de los fines de semana. Mi familia al ser de pocos recursos económicos no podía comprarme unos tenis solamente para jugar. Recuerdo muy bien el día que jugué con los tenis del colegio y al llegar a la casa mi mamá me regañó porque no sabía qué hacer, porque no tenía como darme otros pares de tenis. Entonces me tocó pasar esa pena y fui al otro día al colegio con los tenis remendados”, cuenta Villegas como si ese día hubiese sido ayer.

    Cuando Kevin tenía 10 años, su estatura parecía la de un niño de 7. No obstante, sus enganches a tan corta edad auguraban un futuro lleno de talento y gloria, a pesar de que le faltaba crecer y desarrollarse a un nivel promedio. Ahora con 20 años, su espigada estatura y su cuerpo atlético lo han convertido en un gran jugador.

    La velocidad, la potencia, el enganche y el desequilibro son características innatas que hicieron de Kevin la columna vertebral del equipo, siendo el socio ideal de Emerson y Sergio, único de los jugadores titulares que creció en la zona rural, en la vereda Las Playas.

    “Recuerdo que en la finca había una cancha de fútbol y yo me iba para allá todas las tardes, después de que terminaba el colegio. Jugaba con mis amigos la elimina, el bobito y penales. Cabe señalar que la cancha no tenía arquerías de hierro, sino que a uno le tocaba poner dos palos en cada arquería y simular una cacha de verdad”, rememora Sergio Ramírez con alegría, al acordarse de momentos donde siempre buscó ser el mejor, superarse a sí mismo y divertirse en un potrero que él mismo convirtió en un verdadero estadio.

    El camino de la gloria

    El viernes 16 de diciembre, a las 5:30 de la tarde, nada más que frente al local, Cocorná iba en busca de la ilusión que todo jugador de barrio, de vereda y pueblo quiere guardar en su palmarés: un campeonato departamental representando a su municipio.

    El conjunto que representaba al Oriente Antioqueño en la modalidad de Fútbol de Salón llegó sin ser el favorito ante sus rivales, que ya sabían qué era eso de quedar campeón departamental en varias ocasiones.

    En la fase de eliminatorias zonales, Cocorná ganó sin mayor exigencia la final 6 a 2 frente a San Carlos. En Itagüí, la realidad tenía otra cara, pues llegaban todos los campeones de cada una de las regiones de Antioquia. El año pasado, precisamente, este municipio de bosques fue subsede de la final departamental. Allí Cocorná perdió la semifinal frente a Vegachí y posteriormente perdió el tercer lugar contra La Estrella, ocupando el cuarto lugar.

    Este año no existía ningún mañana. Era ganar o fracasar, ya que era el último torneo departamental para la base que conformó este gran equipo donde se destacaron Emerson, Kevin, Sergio, Johan Alexis, entre otros jugadores de menor edad que fueron fundamentales para oxigenar los partidos.

    “Antes de la final les dije a los muchachos que jugaran como si estuvieran de local frente a los suyos. Que pensaran en su familia, en los amigos y en la gente que no estaba apoyando. Ya nos habíamos enfrentado en el primer partido a Itagüí, donde perdimos 3 a 1. La revancha y la gloria era hoy o nunca”, manifestó el técnico Rigo Pineda, aun guardando la emoción que sintió al cantar frente a un estadio silenciado el himno de Cocorná, con la medalla encima del cuello y el trofeo en las manos de un equipo que mereció ser campeón de Antioquia.

    3 goles contra 0 venció Cocorná a Itagüí en un partido que quedará en la memoria de aquel pueblo “micrero” por tradición, que luego de tanto sufrir por diferentes circunstancias del pasado hoy puede decir con orgullo y entre lágrimas que es el vigente campeón departamental de Antioquia en Fútbol de Salón.