-Me dijeron que tengo 99 años- me dice.
Le pido su cédula. Luis Felipe Soto Valencia. Nació el 31 de diciembre de 1919.
-Don Luis Felipe –le digo-, usted tiene 115 años.
Abre los ojos, asombrado. Cómo es que he vivido tanto, se dirá. Gira la cabeza y se hace un silencio cómplice con los dos viejos que nos acompañan en la charla.
-Mentiras –le digo-. En tres días va a cumplir 96 años.
Parece que le derrumbé el ánimo, pienso. Pero averiguar la edad es en este momento un juego de niños. En este sitio, en un pueblo en medio del bosque, no importa el tiempo, ni los años. No celebran cumpleaños, no soplan velas, no piden deseos. Leer es un lujo; utilizar el machete, una obligación.
-Mijita, vaya traiga la cédula mía- le dice Enrique López a su esposa.
Esta tarde no hay moscas para matar. Los viejos, entonces, se dedican a escuchar guascas de una grabadora que parece temblar.
Ella se levanta del banco y su esposo la sigue.
Yo estaba muy aburrido en Boyacá, apura Luis Felipe. Quería estar en un lugar en el que pudiera escuchar la misa y comulgar. Regresó a la montaña, donde las nubes suben a dormir, expulsadas por los vientos que corren con el río Magdalena.
-Tenga minerito- dice Enrique al entregarme la cédula.
Toma asiento y me mira con ese brillo que aguarda la sorpresa.
-¿Cuántos años cree que tiene?
-¡80 años!
La foto del viejo que sonríe, las mejillas brillantes, la frente a todo sol.
-Usted tiene 79 años, don Enrique.
-Si ve, todavía le falta- le dice María Águeda.
-Todavía duramos otras horitas más- atina él un poco desanimado.
-¿Y yo?- me dice ella.
La miro. Como sucede en estos lugares: primero ellos; al final ellas.
Últimamente las cuentas no se me dan muy bien y tardo unos segundos en sumar y restar.
-Doña Águeda tiene 78 años.
Sonríe y le brilla un diente de plata. Recibe los documentos y se marcha a guardarlos en una bolsa. Lo recordarán unas horas y luego se olvidarán. En tres días cumplirá años Luis Felipe, pero en este sitio y a esta edad celebrar un año más no es más importante que cortar un racimo de plátanos.
*Juan Camilo Gallego Castro (Guarne, Colombia, 1987) es periodista de la Universidad de Antioquia. Autor del libro Con el miedo esculpido en la piel. Crónicas de la violencia en el corregimiento La Danta (2013), es especialista en derechos humanos y derecho internacional humanitario de la Universidad de Antioquia y estudiante de una maestría en Ciencia Política.
