Del contexto de país y ciudad en que se instaló el alumbrado sin luces en la Medellín de 1992 a la idea que, desde 2013, lo llevó a viajar por los municipios de Antioquia.
Si coincidimos en que la Navidad es luz y explosión de colores, ¿cómo diseñar un alumbrado que no requiera el uso de energía eléctrica?
La pregunta parece una contradicción en sí misma, pero rondaba los pasillos de EPM hace 30 años. Era junio de 1992 y el país atravesaba un racionamiento energético por cuenta del Fenómeno de El Niño. Con los ciudadanos enfrentados a cortes de electricidad y a la hora Gaviria, que adelantó los relojes para aprovechar más la luz del día antes del apagón, era imposible una fiesta con miles de bombillas encendidas.
Al ingeniero y pintor Carlos Arturo Díaz, que para ese entonces era jefe de la Sección Social y de Promoción de EPM, esa tarea le daba vueltas en la cabeza. En las noches soñaba con caballos y con antorchas, y en el día plasmaba dibujos con instalaciones que iban desde el teatro Pablo Tobón Uribe, en la avenida La Playa, hasta la plaza de Botero en las inmediaciones del Museo de Antioquia. La premisa era que el “alumbrado” no podía tener ningún elemento eléctrico.
“Yo me inspiré en los elementos tradicionales de decoración navideña en las casas. La idea era jugar con la repetición de esos elementos y que abrazaran las calles. Al principio la propuesta era muy onírica, con caballos, pero luego fue aterrizando y básicamente eran campanas y coronas en gran formato y un camino de antorchas que todas las noches eran prendidas por un batallón de zanqueros”.
Por esta necesidad de hacer algo distinto por la contingencia energética, llegaron desde Estados Unidos las primeras guirnaldas gigantes. También en 1992 se montó el taller en el que 50 mujeres empezaron a darle forma a esa propuesta con los elementos que se conseguían en las peleterías y papelerías de la ciudad. Ahí nació el programa Tejedoras de luz que desde entonces le pone filigrana de artesanas y costureras a las instalaciones.
Viajar con los alumbrados
En 2013, 21 años después del racionamiento energético, EPM moldeó otra idea que se mantiene vigente y que cumple 10 años: llevar alumbrados navideños a municipios de Antioquia por fuera del Valle de Aburrá.
Esta estrategia se denomina Encendamos la alegría, un concurso en el que participan los municipios donde EPM presta el servicio de energía y que reparte kits de alumbrado que incluyen diseño y fabricación de los elementos decorativos, la instalación, el desmonte y hasta el consumo de electricidad que implica.
Verónica Álvarez García, líder del concurso Encendamos la alegría, cuenta que el objetivo principal del programa es “propiciar espacios de encuentro en los municipios y congregar familias alrededor de la luz y de la magia de la Navidad”.
Este 2022 fueron 26 kits navideños que se entregaron en las nueve subregiones de Antioquia con prioridad en los doce municipios del área de influencia de Hidroituango. También tienen alumbrados navideños de EPM corregimientos como Puerto Valdivia y el Valle de Toledo y cuatro municipios del Bajo Cauca. Todos los alumbrados de los municipios ganadores del concurso estarán encendidos hasta el 9 de enero.