A mediados del año pasado me invitaron a Valparaíso a un conversatorio con jóvenes escritores del municipio.
Después de bajar hasta el río Cauca e iniciar la trepada por la cordillera occidental, recordé que desde pequeño es paseo todo viaje que implique contemplar los ríos Cauca y Magdalena.
A medida que ascendía hacia Valparaíso, en lo alto se observaba una cúpula que refulgía entre el tapete penetrante de la montaña. Hacia abajo, por su parte, los farallones de La Pintada se erguían como los senos de una mujer altiva y deseada.
En la cuna del general Rafael Uribe Uribe me esperaba un grupo de estudiantes y profesores. Por aquella época no había publicado mi libro, de manera que si alguien sabía lo mínimo que había hecho como periodista sería un milagro.
Para empezar, una joven delgadísima y de ojos brillantes tocó un par de canciones con su guitarra. Luego dialogué un par de horas con los asistentes y al final uno de los docentes me hizo una invitación.
-Lo esperamos a las 7 de la noche en la alcaldía.
-¿Para qué?
-Es una sorpresa.
¡Vaya! Qué tiene que ver la alcaldía, qué es lo que van a hacer, me preguntaba asombrado. Cristian, uno de los líderes de la Red de Escritores de Medellín y quien me acompañó hasta el Suroeste, estaba igual de sorprendido.
En la casa del docente hicimos un poco de tiempo hasta la hora acordada. Una vez arribamos a la alcaldía nos encontramos con un tumulto de gente en la puerta de entrada. Luego, las personas se abrían paso para permitir mi avance. En el salón del primer piso estaban dispuestas las sillas para los asistentes y al frente una banda musical y algunas mujeres listas para bailar.
-Siéntese aquí adelante- dijo el docente, ofreciéndome la primera silla ubicada en el centro del salón.
Sonreí, incómodo, y me dispuse a esperar.
De improviso aumentó el ruido y los curiosos ingresaron con afán como si se tratara de una de las corridas callejeras con toros en Pamplona, España.
El barullo se debía a la presencia de la alcaldesa y los concejales que habían irrumpido en el recinto para homenajear al célebre escritor que visitaba la localidad.
¿Acaso es ese joven lampiño el tal escritor?, debió preguntarse la señora. Con razón no lo encontraba ni en Google.
Já, pensaba, qué irá a decir ella acá.
-Buenas noches- saludó-. Es un honor para nosotros tener en Valparaíso al escritor Juan Camilo Gallego Castro…
Entonces la alcaldesa se deshizo en elogios y agradecimientos por la visita del novel escritor, a continuación habló del periodismo y de la importancia que tenía para una democracia.
Y decía algunas incoherencias, recuerdo, pero cómo cuestionarla.
-Un aplauso para el escritor… –y miraba una hoja en la que estaba escrito mi nombre- Juan Camilo Gallego Castro.
Sonoros aplausos. Entonces pensaba, esto es increíble. Cómo que en este pueblo se hacen los que me conocen y ni en el mío –Guarne- saben de mi existencia. Bueno, esta es la vida.
-Buenas noches- se presentó el director de la banda musical-. A continuación interpretaremos tres canciones colombianas en honor del escritor. Esperamos que regrese a Valparaíso.
Lo miré esbozando una sonrisa. Continué pensando en lo que sucedía. Mi libro aún no ha sido publicado y ellos se guían por el protocolo, reconociendo un escritor desconocido, un NN de las letras, un tipo, dirán, que no lo conoce ni la mamá.
Después de la música llegó el baile. Con sus faldas coloridas las mujeres danzaban a un lado e irradiaban sonrisas coquetas. Finalizaron con un reguetón. Siendo el escritor tan joven lo más seguro es que escucha esa música. Pero no, estaba fascinado con los porros y cumbias que minutos atrás me invadían con una brizna de complacencia.
La noche se hizo larga entre saludos, acompañados con café y aguardiente. A cada instante recordaba el libreto de lo que sucedió en la alcaldía, y para evitar las preguntas y el homenaje inmerecido que de nuevo vivía minuto a minuto entre el recuerdo, me dije que eran mis quince minutos de fama, como le pasa a todo el mundo, como nos pasa a todos. Quince minutos.
* Juan Camilo Gallego Castro (@jcamilogallego) es autor del libro Con el miedo esculpido en la piel. Crónicas de la violencia en el corregimiento La Danta, proyecto ganador en crónica de la Primera Convocatoria de Estímulo al Talento Creativo-Antioquia 2012. También es periodista, especialista en derechos humanos y derecho internacional humanitario de la Universidad de Antioquia y estudiante de la maestría en Ciencia Política del mismo centro universitario.