El papa Francisco, de 88 años, pronunciará la tradicional bendición Urbi et Orbi el Domingo de Pascua, 20 de abril, desde el balcón de la Basílica de San Pedro, pese a la fragilidad de su estado de salud. Así lo confirmó el Vaticano, aunque aún no se ha definido si el pontífice podrá participar en otras celebraciones de la Semana Santa.

Francisco continúa recuperándose tras la grave neumonía que lo mantuvo hospitalizado durante cinco semanas en el hospital Gemelli de Roma. Su médico personal reveló que el papa estuvo en riesgo de muerte en al menos dos ocasiones durante su internación, lo que generó gran preocupación en la comunidad católica.

    • Tras recibir el alta el pasado domingo, regresó a la residencia Santa Marta en el Vaticano, donde sigue un proceso de rehabilitación motriz y respiratoria que se extenderá por al menos dos meses.

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    El calendario oficial de celebraciones litúrgicas fue publicado este jueves 27 de marzo por la Santa Sede, confirmando la realización de eventos como el Vía Crucis en el Coliseo de Roma. Sin embargo, no se ha precisado quién presidirá las ceremonias principales, ya que la participación del papa dependerá de su evolución médica en las próximas semanas.

    El secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, señaló que Francisco permanece en reposo y sin recibir audiencias, lo que pone en duda su regreso a las actividades regulares. “Tal vez no pueda volver a la rutina como antes. Debemos encontrar medios diferentes”, afirmó.

    A pesar de las limitaciones de salud, el Vaticano mantiene en su agenda la canonización del beato Carlo Acutis, programada para el 27 de abril. No obstante, aún no se ha confirmado si el papa podrá encabezar la ceremonia.

    La salud del pontífice ha sido motivo de especulación desde su hospitalización el 14 de febrero, la más grave desde su elección en 2013. En los últimos años, ha enfrentado múltiples problemas de salud, incluyendo cirugías y dificultades respiratorias.

    Aunque ha descartado una renuncia similar a la de su predecesor, Benedicto XVI, su capacidad para liderar la Iglesia Católica sigue siendo una interrogante a futuro.

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