El último gran esfuerzo físico en El Camino de Santiago es la ascensión al monte de O Cebreiro.
La cordillera ofrece un reto duro pero empinado. Es la primavera del 2018 que trajo más fríos de los habituales y la lluvia y algo llamado aguanieve, convierte a los peregrinos en manchas de plástico que ascienden pesadamente por las últimas trochas leonesas.
Arriba, frío a cero grados, nieve y lluvia, el peregrino entra en Galicia. Dejamos atrás a Castilla y nos adentramos en los territorios celtas.
Todo duele como el primer día y un largo descenso nos lleva a Triacastela que significa tres castillos. Pero no es cierto. Aquí no hay castillos, solo mucho dolor.
