¿Con cuántas personas intercambié la expresión “buen camino”, como saludo respetuoso y cordial del peregrino?
Gente de muchas partes, gente que jamás volveré a ver, cuyo rostro extraño para mí olvidaré en la siguiente curva de El Camino.
Pero el recuerdo de El Camino será además de paisajes, lugares, momentos, el de los fantasmas alegres: son las personas cuyos nombres sí recordaré: los chistes, los dolores, las solidaridades, las copas de vino que compartimos.
Jamás volveré a verlos, no son mis colegas, ni socios, ni clientes, ni enemigos, ni amores, ni rivales. Son los fantasmas alegres que es el otro nombre que reciben los amigos que no volveremos a ver.