Pero no solo cambian los nombres. Los caminos son distintos, sus texturas, sus elevaciones, sus características. Entonces el país es aristotélico: acto y potencia. La ruta es el acto, es real, es largo, es duro. Y el peregrino es potencia. Aquí no importa la meta sino el paso. El Camino nos enseña el cambio y su precio es cansancio, pero es cambio.
MiOriente > El camino del fin del mundo > En La Rioja, Cristo hace eterno el milagro de convertir agua en vino
En La Rioja, Cristo hace eterno el milagro de convertir agua en vino
Cuando todo cambia, El Camino es el que está cambiando. Entre el pueblito de Los Arcos y la ciudad de Logroño hay 28 kilómetros y un país. Dejamos Navarra. Salimos de Euskera. Abandonamos el País Vasco y ¡entramos en España! (aunque sigamos en España).