Los casi fantasmales pueblos de La Rioja, sus interminables viñedos, el frío intenso de la mañana, de pronto le dan paso a la nueva realidad: Castilla. Las suaves pendientes, casi por en salmo, le dan paso a la meseta castellana. Los árboles son más escasos y en su lugar hay enormes extensiones de tallos cortos y verdes: el trigo.

Si La Rioja es vino Castilla es pan. Los que venimos del trópico nos preguntamos, viendo esta tierra pedregosa y rojiza que soporta climas tan extremos, ¿cómo se renueva para ofrecer su fruto cada temporada?

  • Entonces, recuerdo que es la mano del hombre, su trabajo, su ingenio y su encomio los que llevan el desierto a ser vida.