¿Qué es el tiempo? Se podría decir que es muchas cosas: una percepción subjetiva, un puente entre el pasado y el futuro, algo que no se puede detener, fragmentos de la existencia, quien cura todo, el olvido, la suma de instantes, o como diría Albert Einstein: “Una ilusión obstinadamente persistente”.
¿Cuál es nuestra percepción del tiempo? En ocasiones pensamos que es algo que poseemos y podemos manipular; sin embargo, es algo que todos sabemos se nos terminará. Cada día todos tenemos las mismas veinticuatro horas, la diferencia radica en lo que hacemos y en la forma como organizamos, aprovechamos y distribuimos el tiempo que tenemos.
Encontrar personas muy ocupadas y que dicen no tener tiempo es el pan diario, cuestión paradójica, en una época dónde hay tantos desarrollos tecnológicos que supuestamente ahorran tiempo. Habría que detenerse y pensar en qué se va nuestro tiempo, ya que quizás se nos va en cosas que no le aportan al propio desarrollo y a la consecución de las metas personales.
Cada día trae su afán dice el libro del Eclesiastés, la cuestión es que las personas no saben vivir el presente por andar pensando en el pasado y angustiadas con el futuro. El poeta griego Hesíodo, planteaba que hay que vivir las horas de una forma que se consiga un equilibrio interno, es decir, poder encontrar el propio ritmo.
El problema es que cuando aprendemos a darle el verdadero valor al tiempo, es cuando más poco nos queda. Hay un tema musical de Armando Hernández que dice: “Que se pare el tiempo que deje de correr, que se pare el minutero que no quiero envejecer”, encerrando el sentir de muchas personas de querer vivir mucho tiempo, pero en muchos casos sin saber para qué.
Dicen que lo importante no es vivir muchos años, sino saber vivir cada día. El tiempo no se detiene, Chrónos devora sin piedad cada momento; lo que se puede hacer es detenernos y pensar en la forma como experimentamos el tiempo, y quizás en qué lo podemos invertir mejor.
Cada amanecer es una nueva oportunidad de poder vivir de otro modo, de hacer nuevos propósitos que tendrán sentido en la medida que nos encarguemos de cumplirlos, de reconocer que es lo esencial en nuestro propio mundo.
Existen muchos ladrones del tiempo: la televisión, las ocupaciones, las preocupaciones, la demanda de cumplir las expectativas de otros, el pasado; se hace necesario alejar estos distractores y enfocarse en lo realmente importante, dedicando tiempo a la familia, los amigos, a lo que nos apasiona y en lo que si aprendemos a ser constantes, podremos sobresalir.
El mayor temor sobre el tiempo es que como la corriente de un río nos acerca a la orilla de la muerte, sin embargo, como lo plantea Valverde: “Quién ha sabido vivir no le teme a morir”. Pensándolo bien, que no se pare el minutero, mi deseo es que sepamos detenernos a abrazar y contemplar cada día como si fuera el último.
¡Felices días nuevos en el 2018!
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