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Pensar el mundo desde las redes sociales

  • Sería en verdad una actitud ingenua esperar

    que las clases dominantes desarrollasen una forma de educación

  • que permitiese a las clases dominadas

    percibir las injusticias sociales en forma crítica.

     

    Paulo Freire

    ¿Se puede hablar de pensamiento crítico en el siglo XXI? O dicho de otra forma: ¿cómo se piensa la realidad después de los impactos de la globalización y los efectos desastrosos del mercado neoliberal? Hoy, las redes sociales y el mundo en general están llenos de información, hecho que, de una u otra forma, ha llevado a que la sociedad elabore una cosmovisión muy distinta de aquella que tenía años atrás.

    Recuerdo, por ejemplo -sin necesidad de ir muy lejos- los días en que me correspondía realizar una consulta en época de escuela, incluso en el bachillerato, donde no tenía otro medio que la biblioteca. Salía del instituto y me dirigía hacia ese espacio lleno de libros, donde me demoraba por una parte buscando el texto para la consulta y luego me tomaba otro tiempo seleccionando el contenido indicado de lo que necesitaba, para así proseguir a realizar una reflexión individual y en ocasiones colectiva frente el tema leído e investigado.

    Las cosas han cambiado. Si miramos de cerca la forma en que se elabora la reflexión en la actualidad, debemos empezar por detallar la manera en que el pensamiento está sujeto a los comentarios de redes sociales; incluso los temas de gran interés (sean estos políticos, económicos, sociales etc.) se debaten es por este medio. Pero, ¿hasta qué punto podemos considerar este fenómeno como válido? ¿No será esto tal vez un esfuerzo inútil y estéril que a la hora de la verdad no trasciende de la pantalla en la que se insinúa? Pensemos por ejemplo en el modo en que se nos dice, incluso, qué es lo que se debe pensar y qué es lo que se debe criticar.

    Hace unos meses, por ejemplo, el tema a debatir eran las elecciones, hace unas semanas el atentado del carro bomba y hoy el conflicto que se está dando en Venezuela. Y no es que esto no sea importante, sino que a la larga termina por ser una cortina de humo que evita hablar de otros temas de gran interés. ¿Estamos pensando realmente lo que nosotros consideramos trascendental y de gran relevancia? O, ¿estamos al tanto de lo que surge en el mundo para atrevernos a hablar? ¿Buscamos la información o esperamos a que nos llegue? A este punto es exactamente a lo que me refiero. Y es que ya no vamos a la biblioteca a buscar lo que necesitamos, porque es más fácil esperar desde el móvil lo que, se supone, es la información relevante, el contenido de la consulta que debo hacer y, en última instancia, los temas sobre los que debo pensar y hablar.

    En este caso, considero un peligro el estar sujetos solo al discurso único, porque esto no nos permite pensar otras realidades que se dan en el mundo sino que la historia empieza a ser tomada como obra del poder que nos involucra y nos sumerge a opinar solo sobre lo que el sistema quiere que opinemos. Pero, ¿quién se pronuncia frente las muertes que no se cuentan en la televisión?, ¿sobre la explotación de tierras en zonas indígenas?, ¿sobre el robo de los recursos a nivel general?, ¿el lugar de las víctimas del conflicto armado, en la sociedad?, ¿sobre el modo en que se excluye lo distinto y se liquida todo pensamiento que atente contra lo instaurado?

    No diré que nadie lo haga, pero sí estoy seguro que son muy pocos porque es mucho más fácil pensar lo que hay que pensar y hacer lo que se dice que hay que hacer. Incluso las mismas universidades e instituciones caen en este juego, cuando las ofertas académicas crecen a nivel técnico, disminuyendo a su vez de manera sustancial cualquier enfoque de carácter social, porque al fin y al cabo ¿no son también las universidades el espacio donde se forman los que en un futuro van a ser explotadores ambientales?

    Debemos recuperar cada vez más el legado de Estanislao Zuleta, esas palabras tan valiosas a las que siempre hacía alusión con su discurso: “Uno no lee para guardar información, sino para aprender a pensar cada vez mejor”. De lo contrario, seguiremos pensando que los nuestros son puntos de vista originales cuando la realidad señala que esa posición o discurso no es más que la copia de una copia que no ha necesitado más que un par de clicks para convertirse en la única noticia, en la única realidad.

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