Bienvenido al país de las mil maravillas y aun así llenos de contrariedades.
Tal vez suene cacofónico mi discurso, lastimosamente, insistimos en lo mismo porque seguimos cometiendo los mismos errores. Soy menor de edad – y como todos los menores de edad- la ley no permite que yo elija o pueda ser elegido, así que delegamos esa función democrática a todo aquel que si puede hacerlo; pero que por su rebeldía incomprensible prefiere quedarse en casa renegando porque han suspendido la programación habitual de los canales nacionales para dar un reporte detallado de las elecciones que día a día pierden más credibilidad dándole cabida a los oportunistas y tinterillos que ofrecen algún producto para que usted apele a su bolsillo y se olvide de su conciencia, cuatro años no dura un tamal ni una botella de algún licor exótico (¿Sera qué si dan licor caro?); no creo que esta última se quede en la vitrina de alguna licorera como trofeo luciente a la falta de carácter de quien decidió vender su salud, su educación, su empleo… y el de todo un país sediento de cambio.
¡Es día de elecciones! Se decide el destino de toda Colombia ¿por qué no pensamos en eso? Bueno… tampoco es de juzgar, así ha sido durante muchos años ¡y qué pereza los cambios!, ¿no?,. La gente sigue con la excusa: “Nos han quitado el derecho a…”, seamos decentes, al menos por una vez, y reconozcamos que somos nosotros quienes nos hemos quitado el derecho a recibir todos los derechos, su deber es salir a votar y no solo a votar, a escuchar a cada uno de los candidatos, analizar sus propuestas, comparar entre unos y otros; finalmente, pensar, no en su beneficio personal sino en la mejor elección para millones de colombianos. No puede ser excusa de que este nos vendió a yo no sé quién y qué este otro le va a hacer caso a tal y tal, al fin y al cabo es su culpa por permitir que otro decida por usted. Siempre elegimos a los mismos porque estamos permitiendo que los mismos vayan y voten. Deje las excusas y la pereza, salga y cumpla con su derecho y su deber. Solo se justifican todos aquellos que por razones de gran peso no pueden decidir.
No somos un país de indignados, somos un país indignante, conformista y sumiso.
La vida no da segundas oportunidades, la democracia sí, cada cuatro años, sean cuales sean las circunstancias, se tiene la posibilidad de elegir, bien o mal, esta esa oportunidad vigente para usted ciudadano de bien, quien madruga a su trabajo y regresa a su casa honradamente. Quienes así no lo hacen, tristemente, tienen más poder, no solo ejercen su voto sino que también influyen en el suyo ¿y hasta cuándo la bondad de su corazón quiere permitirá eso? No se necesita ser muy letrado para saber quién es un oportunista.
Deseche esos pensamientos pesimistas, usted, por ley, es un ciudadano con el poder absoluto de decidir que se hace con su país, poder representado en un tarjetón y en unos candidatos, no en ideologías, las mejores propuestas, vengan de donde vengan, nos convienen a todos y seguramente nos servirán a todos.
Lo invito, gentilmente, para que en las próximas elecciones, salga con su cedula en mano, dirigiéndose con la cabeza en alto a su punto de votación, seguro y firme de lo que va a hacer, siga las recomendaciones, realice su voto y regrese a casa orgulloso por haber contribuido con el país, el mero hecho de votar ya representa un cambio, ello es hacer un pequeño ruido que junto a los demás que también hacen la diferencia generan un eco rimbombante en el cual expresan ¡aquí estamos! Tenemos el derecho y el deber para votar, de igual manera, tendremos el derecho y el deber de reclamar por lo que nos han prometido. Un camino muy utópico para muchos, pero para mí, un joven menor de edad, la solución a los problemas que comparto con todos mis compatriotas desde el día en que nací.
Por: James Estiven Alzate - Estudiente de Comunicación - UPB