Por: Daniel Alandro Botero Yepes
Abogado UdeA
Especialista en Derecho Público EAFIT
Candidato Magister en Gobierno y Políticas Públicas EAFIT
Separándome de los temas electorales que álgidamente circulan por nuestro entorno, es momento de hacer una breve reflexión sobre la necesidad de hacer una apuesta por la Paz.
Muchos consideran que el conflicto que Colombia vive, surgió a partir de la década de los cuarenta; creo yo, en mi ignorancia histórica que este conflicto lleva más de 500 años. Una colonización violenta, el exterminio de toda raíz indígena, el proceso de "independencia" y todo lo vivido desde 1810 hasta hoy, se ha marcado con sangre, la de sus antepasados y los míos.
En este momento se adelanta un proceso de paz. Son conversaciones que ocurren en tierras ajenas entre el Estado y el mayor grupo armado que hondas heridas ha dejado en nuestra historia; heridas que nuestra idiosincrasia y nuestro amor por la sangre no han dejado sanar.
Mi apuesta por la paz va más allá del contexto político que actualmente padecemos, mi esperanza, vaga porque ya no soy un adolescente, es sentir el orgullo de ser parte de la primera generación que vivió en paz. Creo entonces que descalificar lo que en La Habana se hace es desperdiciar energías, un esfuerzo innecesario, se debe entender que éste proceso va más allá de desmovilizar un grupo armado, la gran apuesta entonces, es para el estado quien desde la firma del acuerdo deberá emprender todos sus esfuerzos en acabar con la inequidad, en garantizar a todos los colombianos la satisfacción y respeto pleno de sus derechos y libertadores, en tener un control absoluto de las armas y controlar todo su poder.
La firma en realidad no implica que 6000 guerrilleros entreguen sus armas, la firma trae consigo un deber para el estado de ahora sí, cumplir a cabalidad con los mandatos que la Constitución le ha encomendado y un reto para nuestra clase dirigente, quien debe entender que ellos gobiernan por nosotros y se deben a nosotros, para que sean humildes y asuman que no son una élite intocable, sino por el contrario que respeten y acaten la confianza legítima que se les ha entregado y trabajen en pro de nosotros los colombianos de a pie.
Por último un reto para nosotros, debemos adquirir sentido de pertenencia por nuestro país, que en gran parte ha sido el detonante para que a muchos de ustedes y a mí, lo que suceda o no, nos importe lo mismo.