Por: Germán Andrés Botero
Twitter: @ganbotero
Definitivamente se instaló en nuestra sociedad la conducta con doble moral. Lo logró, luego de muchos años de cohabitar con todos los caracteres de los seres humanos y conocer al detalle cada uno de nuestros hogares, territorios, grupos de poder o de presión, grupos de interés, clases sociales, épocas, partidos políticos, sectas, clase dirigente de todos los sectores y dejarle a cada uno de ellos impresionantes, por decirlo de manera irónica, enseñanzas.
Nuestra sociedad no ha cambiado a lo largo de la reciente historia, no ha evolucionado, se regenera, pero no supera sus problemas ni sus crisis. Al contrario, empeora. Los flagelos que soporta la sociedad se mantienen, solo se han erradicado algunas enfermedades, pero los males de la sociedad perviven. ¿Aumenta la delincuencia? No, es la misma, quienes aumentan son las personas que son delincuentes. ¿Se mata? Sí, igual que hace muchos años, solo que hoy mueren mas, por que somos más. Hay una lista infinita de conductas reprochables del hombre que atacan los valores de la humanidad y permanecen intactas, mientras que lamentablemente no podemos decir lo mismo de los valores, estos están en peligro de extinción.
Las causas más influyentes son el crecimiento poblacional y el constante uso, que se traduce en abuso, de los recursos naturales. No hay equilibrio contractual entre lo utilizado por el hombre y lo que éste hace por sostener el ambiente. Dicha situación aumenta la pobreza, la inequidad y las luchas sociales.
Hay otra causa contundente, fatal: La doble moral.
Es corto el espacio para hacer un tratado conceptual sobre el tema propuesto, es difícil definir la doble moral, darle consistencia, pero que existe, existe. Ella ataca virtudes inherentes al ser como la imparcialidad, la objetividad, el respeto al otro, la igualdad. Se hace presente en casi todas las actuaciones del ser humano, cuando los adultos quieren dar ejemplo, cuando dan discursos, pero acciones de buen comportamiento, ninguna. Se utiliza de manera peyorativa adagios populares para discriminar un grupo de personas, se reparte dinero con el argumento de hacer una obra de caridad, cuando en el fondo hay un interés personal y politiquero. Se pregona un ideal político cuando se quiere en verdad disfrutar de las mieles del poder para beneficios particulares. Se defiende hoy un argumento que mañana se atacará si las circunstancias lo ameritan. Se aferran al poder con el argumento baladí de ser la panacea de la sociedad.
En temporadas electorales, se montan en el escenario público ídolos de barro, héroes mediáticos que en su interés esta la corrupción, el abuso y el desvío de poder. Al mejor estilo maquiavélico, el fin justifica los medios, obviamente un fin ilícito.
La doble moral es una plaga, que casi nadie la sabe definir, pero todos la saben aplicar; la cara de la inocencia es la máscara de la maldad. Es la principal razón para que nuestra sociedad este deprimida y vulnerable, esté
perdida y alucinante. Es la causa por la cual los espejos no revelan nuestra real forma, solo reflejan apariencia y crean la ambición. Estimula el desenfreno, la irreverencia, la ignorancia e impide la razón, la verdad, la coherencia y a propósito de ésta última, se considera la única capaz de enfrentar la doble moral, de ella, se escribirá otra columna, si los directores lo permiten.
El papa Francisco, en sus profundas y denunciantes intervenciones ha llamado al orden a la población, pidiéndole que sea más solidaria, más caritativa, ha denunciado y advertido que el idioma de los corruptos es la hipocresía y recomienda que adoptemos el lenguaje de los niños, con sencillez, “sí, sí, no, no”. Emprendamos una lucha frontal contra aquellos que obran con doble moral, aunque ahí caiga el autor.