Por: Juan Felipe Gómez Franco
Crecí con las historias del héroe, con cada una lo admiraba más y más, desde sus aventuras en las vegas del río Negro, donde jugaba a la guerra con inocentes espadas de madera, hasta esa sublime batalla en el campo que selló la libertad de América aquel 9 de diciembre de 1824 en Ayacucho; hablo de José María Córdova Muñoz, sí, ese que está montado en el caballo en la plaza que lleva su nombre, pero que la llaman de La Libertad (para mí un sinónimo), también es ese, el de la plaza de San Antonio, el que ya ni sable tiene, tal vez muchos confundan estas obras con otro héroe de la independencia, pero no, ese es José María.
Nuestro héroe ha pasado por grandes abandonos desde su vil asesinato en El Santuario, primero es enterrado en el cementerio de Marinilla, sin ceremonia alguna y en la parte reservada a los pobres, tres años después, en 1832 la familia Córdova, pudo exhumar el cadáver, los restos fueron llevados en procesión fúnebre hasta la ciudad de Rionegro, siendo velados en la capilla de San Francisco y al día siguiente las exequias se realizaron en la Catedral de San Nicolás, tras la ceremonia, sus restos fueron llevados al cementerio siendo enterrado provisionalmente en una bóveda de la capilla, pero tendrían que pasar casi 50 años para que la república le rindiera honores como Héroe de la Patria, ya que solo en 1878 se inauguró su mausoleo elaborado en París, siendo trasladados sus restos a ese monumento de mármol; hoy sufre el peor abandono de todos. José María está agonizando, no como hace 184 años luego de los sablazos que le propinara el mercenario Rupert Hand, ahora agoniza por el olvido. Siempre escuche decir que las personas mueren cuando dejan de ser recordadas, este mal es el que enfrenta nuestro máximo héroe.
Aún no lo entiendo, tenemos el inmenso honor de tener al más grande héroe de la patria sepultado en nuestra ciudad, ¿dónde? se preguntaran muchos, sí allá esta, en esa colina del cementerio como nos lo narra el gran Juan José Botero en su inmortal obra Lejos del Nido “…Es de mármol, de gran tamaño, y está colocado sobre una colina que domina la ciudad. Semeja una garza de pie al borde del nido, abriendo las alas para cobijar y proteger con ellas a sus hijos, cuando ruja la tormenta…” que triste ver el abandono de este hermoso monumento pero más triste es ver como abandonamos paulatinamente a nuestro héroe, nuestra historia, nuestra identidad, en resumen a nosotros mismos.
Siempre he pensado que, José María Córdova debe ser trasladado definitivamente con su hermoso monumento a nuestra histórica catedral de San Nicolás y contar con los mismos honores y dignidades con los que son tratados los héroes; es solo una humilde y simple idea que les dejo en consideración, y los invito a que escuchen lo que desde el fondo de bronce que perpetua su memoria en nuestra Plaza de La Libertad nos grita con potente voz: ¡DE FRENTE, PASO DE VENCEDORES!
Administrador de Negocios EAFIT
Especialista en Finanzas
Miembro Fundación Cordovista de los Andes
Historiador
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